Una de las preocupaciones de muchos padres cuando tienen un hijo es si hay que operarle de fimosis o no. Y es que la llamada circuncisión es una cirugía que -como casi todas las que se hace a los niños- inquieta a las familias.
Los padres temen por el uso de anestesia, los resultados, la posibilidad de que le duela a su hijo; dudan de si le quedará bien, si cicatrizará correctamente, si sufrirá complicaciones… No hay que inquietarse tanto puesto que es una intervención más sencilla de lo que parece.
La Academia Americana de Pediatría explica que operar de fimosis a un niño no es esencial para su salud, por lo que es decisión de los padres. No obstante, estos expertos señalan que numerosos estudios científicos han demostrado los beneficios médicos de esta intervención.
Qué es la fimosis
La fimosis es cuando el prepucio –una especie de capucha de tejido que recubre el pene- impide que quede al descubierto por completo el glande -la parte final del pene-. Es muy habitual en los bebés que la retracción del prepucio sea complicada, pudiéndose resolver con el tiempo de manera natural.
Se da en el 95 por ciento de los recién nacidos; en el 80 por ciento de los bebés de 6 meses, en el 50 por ciento de los de 1 año y el 10 por ciento en los de 3 años. Puede llegar hasta la adolescencia (2 por ciento de los de 17 años) e, incluso, hay adultos con fimosis.
Suele ser un trastorno congénito -adquirido en el útero por herencia o no-, pero también hay bebés que lo presentan fruto de una mala retracción o una retracción forzada del prepucio, por ejemplo, cuando se lo limpian sus padres. Además, los adultos pueden padecer fimosis por otro tipo de causas, como la inflamación del glande (balanopostitis), por ejemplo.
En qué consiste la operación
Toda intervención quirúrgica, sobre todo si hay que hacerla en niños, suele dar reparo. Sin embargo, en este caso, la operación para solucionar la fimosis suele durar poco tiempo, se hace de manera ambulatoria y la recuperación tiende a ser rápida.
Según explica la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (Medline Plus), en recién nacidos se hace antes de que salgan del hospital con anestesia local. Lo habitual es con un dispositivo (de plástico o de metal) en forma de anillo que sujeta el prepucio, que se corta por debajo de esta especie de pinza. En los casos en los que se emplea el aparato de metal, éste se retira directamente; mientras que, si es de plástico, se cae solo.
En general, en niños y adultos, se suele realizar bajo anestesia general. El cirujano secciona la parte del prepucio que sobra y cose la zona con hilo reabsorbible. Esta intervención conlleva una recuperación de entre 7 y 10 días de cicatrización; aunque hay ocasiones en las que puede tardar hasta 3 semanas. El médico suele recetar analgésicos para el dolor.
Cuándo hay que operar a un niño o bebé de fimosis
Los pediatras suelen recomendar realizar la operación de fimosis a los niños cuando han fallado las demás terapias. Si la situación no se resuelve de manera natural, es decir, si hacia los 3-4 años de edad, cuando la piel está más flexible y fina, no puede bajarse fácilmente, se optará por tomar las primeras medidas.
Inicialmente, se suele recetar el uso de cremas con corticoides para ablandar el prepucio lo suficiente para poder retraerlo fácilmente. Cuando este tratamiento farmacológico no da resultado, se opta por plantear la circuncisión. No obstante, suele aconsejarse que, si la fimosis no da problemas, se espere a que el niño crezca, por ejemplo, hasta que tenga entre 5 y 7 años.
Cuidados en casa tras una circuncisión
Es normal que el niño tenga molestias al orinar durante, al menos, una semana. Para que no se infecte ni surjan complicaciones, los principales cuidados deben ser:
- Cambiar el vendaje cada vez que se quita el pañal al bebé.
- Usar vaselina para evitar que se pegue la venda.
Aunque son raros los casos en los que hay problemas en el postoperatorio, hay que acudir a urgencias si el bebé o el niño no orina con normalidad después de entre seis y ocho horas de la intervención; o cuando no se detiene el sangrado.
Tras la cirugía, es normal que la punta del pene parezca que está en carne viva o tenga color amarillento. Sin embargo, si este enrojecimiento empeora pasados entre tres y cinco días, hay que consultar con el médico. También hay que pedir ayuda si hay supuración de color amarillo durante más de una semana.
Qué sucede si no operas a tu hijo de fimosis: consecuencias
Numerosas investigaciones han puesto de manifiesto beneficios de la circuncisión, como menor riesgo de infección con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y otro tipo de infecciones de transmisión sexual o de las vías urinarias, menor riesgo de desarrollar cáncer de pene y una especie de efecto de prevención frente a infecciones del prepucio.
Por lo tanto, no operar a un hijo de fimosis y dejar que la retracción de su prepucio siga siendo complicada y parte del glande continúe sin estar al descubierto, puede llevar a complicaciones como:
- Coitos dolorosos más adelante.
- Infecciones de pene (balanopostitis).
- Infecciones de orina.
- Dificultades a la hora de orinar: disuria (dolor al miccionar) 0 retenciones agudas de repetición, entre otras.
- Adherencias balanoprepuciales: cuando el prepucio está muy adherido al glande o bálano.
- Parafimosis: cuando el prepucio no puede ir hacia delante y cubrir la punta del pene.
- Cáncer de pene: suele ser muy raro. Es una consecuencia de la fimosis que se da en uno de cada 100.000 no circuncidados al año.
En todo caso, los expertos aconsejan a los padres que opten no operar a sus hijos que pregunten a su pediatra cómo limpiar el pene del niño. Es importante no forzar el prepucio, que no podrá retraerse por completo.
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