La vitrificación de embriones se ha convertido en los últimos años en una práctica habitual en las clínicas reproductivas de todo el mundo. El motivo es que permite preservar intactos, con todo su potencial de implantación, los embriones resultantes de un tratamiento de fecundación in vitro, bien porque una vez realizada la transferencia hay embriones sobrantes de buena calidad, o bien porque, por diversos motivos, sea necesario o aconsejable realizar la transferencia en otro momento.
Esta técnica tiene dos ventajas principales en los tratamientos de fecundación in vitro. Por un lado, se pueden obtener varios embarazos a partir de un único ciclo de estimulación ovárica, lo cual contribuye a un aumento de las tasas de éxito acumuladas, sacando el máximo provecho al tratamiento.
Por otro lado, la vitrificación ha posibilitado reducir en gran medida los embarazos múltiples, ya que una vez obtenidos los embriones, pueden conservarse con la misma calidad que en el momento de su obtención, permitiendo así optar por la transferencia de un único embrión.
¿En qué consiste la vitrificación embrionaria?
La criopreservación de embriones comenzó a vislumbrarse como una técnica prometedora a principios de los años ochenta, aunque por aquel entonces se utilizaba básicamente el protocolo de congelación lenta y progresiva. Con este, en el momento de la descongelación, los embriones veían comprometida su integridad con una merma apreciable de su calidad a causa de la formación de cristales durante el proceso de congelación.
En 2013, la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva recomendó dejar de considerar la vitrificación/desvitrificación como un procedimiento experimental, lo que disparó el número de clínicas que empezaron a ofrecer esta técnica, que ha supuesto un avance fundamental en el desarrollo de la reproducción asistida.
La vitrificación es un sistema de congelación ultrarrápida, que se basa en el uso de concentraciones muy altas de crioprotector y velocidades de enfriamiento extremadamente elevadas, que evitan la formación de cristales de hielo, lo que impide que las estructuras celulares resulten dañadas. Al descongelarse los embriones, se reanuda la división celular y su desarrollo sin alteraciones.
¿Cómo se congelan los embriones?
Para criopreservar los embriones es necesario someterlos a temperaturas muy bajas. Para ello, se utiliza nitrógeno líquido que alcanza los -196 grados centígrados. A estas temperaturas se detiene cualquier actividad biológica, manteniéndose intacta la fisiología de los embriones. Sin embargo, durante la congelación se pueden formar cristales de hielo que pueden dañar las células. Para evitarlo y preservar las muestras, se utilizan crioprotectores, que son sustancias que actúan del mismo modo que un anticongelante.
Los embriones se identifican adecuadamente mediante un código, registrando su ubicación en los tanques de nitrógeno líquido para facilitar su localización. Pueden preservarse indefinidamente.
¿Qué posibilidades hay de embarazo con embriones congelados?
La tasa de implantación y los resultados clínicos con embriones vitrificados son comparables a los conseguidos con embriones frescos, lo que puede ser explicado gracias a que, tras la vitrificación, el índice de embriones intactos, es decir, que no han sufrido daño alguno, es muy alta, llegando incluso al 95%.
Además, los datos obtenidos de los embarazos y de niños nacidos después de tratamientos con embriones congelados no han evidenciado diferencia alguna con respecto a los embriones transferidos sin criopreservación previa. Por lo tanto, la evidencia científica es, hasta el momento, totalmente tranquilizadora para la realización de este tratamiento.
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