La llegada de un bebé constituye una verdadera revolución personal que requiere, entre otras muchas cosas, reorganizar la distribución de la casa. La Asociación Española de Pediatría recomienda que durante los primeros meses, el bebé duerma en la habitación de los padres en su propia cuna o junto a la madre si desean practicar colecho (siempre con las debidas precauciones).
El mercado está repleto de modelos de diferente diseño y tamaño, pero por encima de las preferencias estéticas, los futuros padres deben primar la comodidad y la seguridad de su bebé antes de decantarse por una u otra.
Así debe ser la cuna de tu bebé
- Comodidad. Se estima que los recién nacidos duermen, como mínimo, una media de dieciséis horas diarias. Los niños de tres a cinco años hacen lo propio entre once y trece horas al día. Además, hay que tener en cuenta que los bebés pasan mucho tiempo en su cuna despiertos e incluso jugando. Por ese motivo, hay que escoger una cuna suficientemente amplia y confortable. Los cucos, los moisés o las minicunas son más pequeños que una cuna convencional y por lo tanto son realmente útiles durante muy pocos meses. A medida que el bebé crece, gana peso y se mueve con más energía empieza a encontrarse incómodo en ellos. Además, el pequeño puede desestabilizar estas pequeñas cunas con un movimiento demasiado brusco o caerse, ya que la profundidad es menor que la de las cunas normales.
- El tamaño. Las medidas estándar de una cuna normal son 120 x 60 cm. La cuna debe tener una profundidad desde el colchón hasta el borde de la barandilla de, al menos, 60 centímetros. Si el diseño es de barrotes, estos deben estar separados por una distancia de entre 4,5 y 6,6 centímetros para evitar que el bebé quede atrapado al meter la cabeza o parte del cuerpo. Asimismo, la distancia entre el colchón y el borde de la cuna no debe sobrepasar los dos centímetros por cada lado.
- La estabilidad. Buena parte de los modelos del mercado viene con ruedas para facilitar el traslado de la cuna de una habitación a otra. En esos casos, al menos dos de las ruedas deben llevar frenos para evitar que los movimientos del bebé puedan desplazarla. Estos frenos deben estar puestos siempre y únicamente deben desbloquearse en el momento de llevar la cuna de un lado a otro.
- La barandilla. Para facilitar la tarea de acostar y sacar al bebé de la cuna, normalmente la barandilla es deslizante. Conviene asegurarse de que el mecanismo lleva un sistema de bloqueo que el bebé no pueda manipular y que sea lo suficientemente sólido para que no se desbloquee por accidente.
- El colchón. Debe encajar en el somier con una holgura de un par de centímetros por cada lado para evitar que quede demasiado justo y se deforme. El colchón y el somier de la cuna han ser suficientemente rígidos para que el bebé descanse cómodamente sin hundirse y para favorecer la salud de su espalda.
- La almohada. El uso de almohada en la cuna está desaconsejado hasta que el bebé tenga al menos dos años, debido al riesgo de asfixia que conlleva. A partir de esa edad, puede usarse una almohada que sea lo más plana posible y no demasiado blanda.
- Dónde. El lugar idóneo para instalar la cuna de tu bebé es una habitación luminosa y alegre, bien ventilada y alejada de corrientes de aire. La cuna debe situarse en una estancia con temperatura agradable en la que el pequeño no pase ni demasiado calor, para evitar la sofocación, ni demasiado frío, para que no enferme o llore. Es conveniente que la cuna no esté expuesta directamente a la luz del sol para que esté cómodo y para evitar que el barniz y la pintura se degraden. La cuna no debe estar debajo de ventanas o estanterías, ni de cortinas o estores cuyos cordones queden al alcance del pequeño para evitar accidentes.
- Cunas heredadas. Si alguien te presta o regala una cuna antigua cuida que no haya aristas y bordes en pico. Los acabados de la cuna deben ser redondeados y no presentar desperfectos, tales como astillas, desconchones en la pintura o áreas rotas que puedan dañar al bebé. Si en el pasado se produjeron desperfectos, comprueba cómo se han reparado y descártala si los arreglos se han hecho con enganches caseros, ataduras, pinturas o cintas adhesivas que pueden tener pegamentos tóxicos. Si la cuna se ha montado y desmontado varias veces, su estabilidad puede verse afectada y es posible que los diferentes elementos no encajen correctamente. Esto puede suponer un riesgo para el bebé.
- Protectores y juguetes. El uso de chichoneras, protectores, rodillos antivuelco… es controvertido y la mayoría de los especialistas sostienen que estos artículos no son necesarios. No obstante, si los pones en la cuna de tu bebé has de prestar atención a que no tengan cordones, lazos, piezas duras, pinturas o abalorios o piezas pequeñas y duras que puedan desprenderse y causar asfixia o atragantamiento al bebé. Los juguetes (móviles, muñecos, mordedores, sonajeros, peluches…) deben sacarse de la cuna cuando el bebé esté durmiendo.
- Normativa vigente. Las pautas de seguridad relativas a las cunas y cunas plegables de uso doméstico se encuentra recogida en la norma UNE-EN 716-1:2018.
Por su parte, El Boletín Oficial del Estado recoge las normas europeas en relación con los productos del entorno de sueño de los niños con arreglo a la Directiva 2001/95/CE del Parlamento Europeo y del Consejo.
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