Encontrar unas galletas en el supermercado que no contengan aceite de palma es casi una misión imposible. Pero no sólo allí. También es difícil no verlo entre los ingredientes de los cereales, los aperitivos, las comidas preparadas… Este aceite vegetal está presente en una larga lista de productos de nuestra cesta de la compra, desde alimentos y cosméticos hasta productos de limpieza y biocombustibles. ¿Cuál es el problema? Es posible que su consumo tenga efectos negativos para la salud.
Qué es el aceite de palma
Se trata de un aceite vegetal obtenido del fruto de la palma, una especie tropical que se cultiva principalmente en Indonesia y Malasia (85 por ciento de la producción mundial), y criticado por provocar daños ambientales, como deforestación por plantaciones en bosques tropicales y aumento de CO2 en la atmósfera por ese cambio del uso del suelo. Brasil, México, Colombia, Camboya, Tailandia y Papúa Nueva Guinea son otros países productores de la palma africana (‘Elaeis guineensis’).
Según el Instituto Internacional de Desarrollo Sostenible, más del 60 por ciento del aceite de palma se emplea en Europa para alimentación o cosmética y según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en la Unión Europea cada persona consume una media anual de 59 kilogramos de aceite de palma entre alimentación y productos de higiene personal.
Su uso se ha vuelto cada vez más común, entre otros motivos, por su bajo coste: en enero de 2017 estaba a 726 dólares en el mercado internacional frente a 4.018 dólares de la cotización del aceite de oliva. Pero su untuosidad, capacidad de aguantar altas temperaturas antes de derretirse y mayor tiempo necesario para ponerse rancio son otras características que han hecho que esté ampliamente extendido en los artículos alimenticios.
Productos que lo contienen
Nuestra lista de la compra queda muy reducida si tachamos de ella los productos que contienen el aceite de palma. Además de biocombustibles, productos de limpieza, cosméticos y velas, resulta especialmente llamativo el elevado número de artículos comestibles que lo contienen. Según el proyecto periodístico Carro de Combate, este aceite vegetal está presente en:
- Galletas: Fontaneda, La Buena María, Oreo, Príncipe, Campurrianas, María de Cuétara, Napolitanas y Tuc
- Cereales: Froot loops, All bran, Choco pops, Smacks, Cereales Nesquik, Chocapic, Golden Graham, Estrellitas y cereales que llevan en muchos países palmitato de retinol, que suele proceder del aceite de palma, como Kellogg’s Corn Flakes, Choco Krispis o Special K Original.
- Pasteles, bollería y coberturas para postres: Sobaos Martínez, Conchas de chocolate Codan, Donuts, La Bella Easo y Weikis.
- Aperitivos: Ruffles, Doritos, Fritos de Matutano y Triskys.
- Platos preparados: Spaguetti bolognesa Findus, Fetuccini 4 quesos Findus, Pizzas Dr. Oetker de atún, prosciutto y funghi, Nuggets La Cocinera, Cordon bleu La Cocinera, San jacobos La Cocinera, Empanadillas de atún La Cocinera, Cremas Knorr de espárragos y de marisco gourmet.
- Margarina: Flora y Tulipán.
- Chocolates: Ferrero Rocher, Kinder bueno, Kinder sorpresa, Happy hippo, Bombones de Lindt, M&Ms, Kit Kat, Mars, Snickers, Twix, Nutella y Nocilla.
- Gominolas: Cintas de pica-pica de fresa de Vidal y Sugus.
Cómo localizarlo en las etiquetas
Inicialmente, se ocultó bajo el concepto genérico de aceites vegetales, pero en 2011 la Unión Europea aprobó una normativa para obligar a especificar en el etiquetado de los productos de qué aceite vegetal se trata. Para localizar su presencia, además de aceite de palma o aceite de palmiste, es posible detectarlo bajo nombres como grasa vegetal fraccionada e hidrogenada de palmiste, sodium palmitate, estearina de palma, palmoleina u oleina de palma, manteca de palma o el nombre científico de la palma aceitera, ‘Elaeis guineensis’. También hay una larga lista de ingredientes que probablemente proceden de este aceite vegetal, generalmente usados en cosméticos.
Daños para la salud
Principalmente, el peligro del aceite de palma deriva de su alto contenido en grasas saturadas (50 por ciento), las cuales son conocidas por elevar el llamado colesterol malo (LDL), con el consiguiente riesgo de sufrir ataque cardíaco o cerebrovascular, entre otros problemas de salud, además de provocar aumento de peso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las grasas saturadas no superen el 10 por ciento de la ingesta total diaria.
Por otra parte, según una investigación de la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria, el refinamiento para anular su sabor y olor, somete al aceite de palma a temperaturas superiores a 200ºC, liberando compuestos carcinógenos -que generan cáncer- y genotóxicos -que dañan el ADN-. Pero algunos expertos señalan que el proceso de refinamiento es similar al que se somete a otros aceites vegetales también presentes en muchos productos.
Además, un estudio publicado en ‘Globalization and Health’ en 2011 vinculó su consumo con más tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares: por cada kilogramo adicional de aceite de palma consumido anualmente, las tasas de mortalidad por cardiopatía isquémica aumentan en 68 muertes por cada 100.000 habitantes en países con poco poder adquisitivo y 17 en los de mayor nivel de vida.
Pero las alarmas han sonado sobre todo por la presencia de aceite de palma en productos alimenticios para bebés y niños, como la leche de fórmula y productos de cereales y frutas. Concretamente, estos artículos infantiles contienen ácido palmítico, presente en la leche materna (25 por ciento), como han explicado los fabricantes de este tipo de productos. Las compañías han querido también tranquilizar a los consumidores apuntando que el proceso industrial que emplean minimiza la aparición de contaminantes.
Sin embargo, la diferencia es que el aceite palmítico que proviene de la leche materna es esencialmente beta-palmitato y el de los aceites vegetales, alfa-palmitato, con este segundo impidiendo la absorción correcta de algunos nutrientes, como las grasas y el calcio, según expertos. Por este motivo, las deposiciones de los bebés alimentados con leche de fórmula son más duras que las de los lactantes de leche materna.
En todo caso, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos recoge en su página web que el aceite de palma es «probablemente seguro» cuando se consume en las cantidades que hay en los alimentos y «posiblemente seguro» cuando los niños o adultos lo toman como medicina hasta durante un total de seis meses.
Y la Natural Medicines Comprehensive Database (Base de Datos Exhaustiva sobre Medicamentos Naturales), de Estados Unidos, lo clasifica como posiblemente eficaz para prevenir la falta de vitamina A al haber cierta evidencia que indica que incluir aceite de palma en la dieta de las mujeres embarazadas y de los niños en los países en desarrollo podría reducir el riesgo de desarrollar deficiencia de vitamina A.
Cómo evitarlo
Como en casi todo, sobre todo si es perjudicial, la máxima es: consumirlo con moderación. Los expertos recomiendan llevar una dieta variada y saludable, evitando las comidas preparadas y productos alimenticios manufacturados. Si se ingieren alimentos que contienen aceite de palma, igual que sucede con los que son ricos en grasas saturadas y azúcares, es conveniente no abusar. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) aconseja también a la hora de consumir aceite de palma asegurarse que proceda de cultivos sostenibles.
Alberto