El agua es fundamental para que nuestro organismo funcione con normalidad, manteniendo una hidratación adecuada al reponer todas las pérdidas que sufrimos a través del sudor, la respiración, la orina o el tubo digestivo. Habitualmente se recomienda ingerir alrededor de unos 2 litros de líquido al día para una persona normal, cantidad que debemos incrementar seguramente en climas muy calurosos o dependiendo de la actividad física realizada.
Cuando beber agua se convierte en una enfermedad
Sin embargo, cuando el beber agua se convierte en una obsesión y se bebe agua en cantidades que el organismo no puede metabolizar adecuadamente, puede llegar a ser mortal. Este es un trastorno alimentario que se llama potomanía, definido como la manía o compulsión por beber agua. Es decir, que de manera compulsiva, y sin tener sed, se experimenta un placer desmesurado por beber grandes cantidades de agua que pueden ser de 10 a 15 litros diarios.
Hay que diferenciar este trastorno del que puede sufrir una persona que bebe grandes cantidades de agua porque realmente su cuerpo se lo pide, probablemente porque haya una enfermedad que haya que diagnosticar. Así puede ocurrir que haya un problema neurológico a nivel del centro regulador de la sed a nivel cerebral, o también podría ocurrir que haya una enfermedad de los riñones, del mismo modo que podría ser un síntoma de una enfermedad muy común como es la diabetes, diversos trastornos hormonales o, simplemente, que estemos tomando algún fármaco que provoque esa falsa sensación de sed.
Efectos del exceso de agua en nuestro organismo
El exceso de agua en nuestro cuerpo produce una disminución de sodio en la sangre que puede provocar, una sintomatología que será más grave dependiendo más de la rapidez de instauración que de la concentración de sodio. De esta forma, puede ir apareciendo cefalea, letargia y obnubilación pudiendo llegar a provocar convulsiones y coma.
Agua y ejercicio físico
También tenemos que mencionar un síndrome que cada vez aparece con más frecuencia y que se denomina hiponatremia asociada al ejercicio, sobre todo en los atletas o futbolistas que ingieren una excesiva cantidad de agua durante la actividad física. Lo que sucede en este caso es que a los riñones no les da tiempo de compensar esa cantidad de líquido provocando una disminución de la concentración de sodio en la sangre que produce una inflamación en las células del organismo manifestándose como mareo, vértigo, náuseas, aumento de peso durante el ejercicio, vómitos, dolores de cabeza, confusión, agitación, delirio y, finalmente, convulsiones y la muerte.
Así que lo recomendable es escuchar a nuestro organismo cuando nos pide consumir líquidos, de forma que se le proporcione la cantidad suficiente para evitar la deshidratación, evitando el beber en exceso para no desencadenar este síndrome. En el caso de los deportistas, lo ideal es iniciar la actividad física con un buen nivel de hidratación y, mientras se desarrolla la misma, ir tomando, no sólo agua, sino también sales minerales.
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