El mundo en el que vivimos lleva un ritmo frenético, al menos en las grandes ciudades. Cada vez hacemos más cosas, pero el tiempo del que disponemos sigue siendo el mismo. Los niños tampoco escapan a ello. Colegio, deberes, exámenes, actividades extraescolares, fiestas de cumpleaños… Son muchas las razones que pueden llevar a los más pequeños, como a los adultos, a un exceso de agitación mental, nerviosismo, dispersión o incluso a padecer estrés, lo que, mantenido día tras día, puede acarrear serias consecuencias para la salud.
Con objeto de afrontar estos estados tan poco recomendables, el mindfulness puede ser muy útil. Esta actitud de “atención plena” consiste en centrarse en el momento presente, en el aquí y ahora, con curiosidad, sin ejercer juicios ni ningún tipo de valoración.
En el caso de los más pequeños, sus beneficios se asocian con una mejora de la concentración y, por ende, del rendimiento académico; una disminución del estrés, de la agitación o del malestar; el desarrollo de la inteligencia emocional; y el fomento de la interioridad.
El mindfulness, cuya práctica llegó a Occidente de la mano de Jon Kabat-Zinn, médico y doctor en Biología Molecular por el prestigioso MIT (Massachusetts Institute of Technology) y hoy catedrático de la Universidad de Massachusetts, es una herramienta muy sencilla para conectar con nuestra respiración y nuestro cuerpo, y tomar distancia de nuestros pensamientos y emociones. Esta atención plena debe comenzar en uno mismo y la meditación constituye la principal herramienta. También está al alcance de los niños, si se introduce como un juego y se les enseña su dinámica.
Técnicas Mindfulness para niños
Paloma Sainz Vara de Rey, autora de Mindfulness para niños (Zenith, 2015), propone un recorrido por algunos de los aspectos fundamentales del mindfulness y las actividades que pueden realizarse con los menores para introducirlos en esta práctica:
– Respiración. Nos ancla en el aquí y ahora. Una respiración profunda nos puede devolver la calma y hacernos sentir bien en cualquier momento.
Qué hacer con los niños: construye un barco de papel. Colócalo sobre tu tripa, tumbado boca arriba. Inspira y haz una gran ola desde tu tripa hacia el pecho. Este juego ayuda a los niños a descubrir que solo con una respiración profunda su cuerpo y su mente se relajan.
– Conciencia corporal. Debemos aprender a escuchar a nuestro cuerpo, pues muchas veces estamos absortos en nuestros pensamientos y nos olvidamos de lo que el estómago, las piernas o el pecho nos están diciendo.
Qué hacer con los niños: Podemos bailar como nos apetezca o sintamos en ese momento. El baile es una de las mejores formas de conectar con nuestro cuerpo y expresarnos.
– Descubrir la belleza en cada instante. No solo está en la naturaleza, que aglutina todas las formas y colores posibles.
Qué hacer con los niños: lograr que los niños se paren y contemplen con detenimiento una flor proporcionará momentos de atención plena. También podéis hacer una lista de palabras mágicas, que solo con escucharlas os hacen sentir bien, y luego compartirlas con los demás.
– Tiempo para conectar. Dedicar un tiempo cada día a estar en soledad, con nosotros mismos, en el aquí y ahora, para ver cómo nos sentimos y poder actuar serenamente, sin automatismos.
Qué hacer con los niños: una vez en la cama, dedicar unos minutos para estar en calma y dar gracias por el día que hemos tenido. Podemos hacer incluso unas respiraciones, unas olas, juntos, y crear una oración o canción que recitemos cada noche como si fuera un mantra.
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