La adolescencia, según la OMS, es el período de crecimiento que oscila entre los 10 y los 19 años. Es una etapa de transición a la edad adulta, en el que se acelera el crecimiento y los cambios. Es un momento en el que se afianza la personalidad del niño, por lo que conseguir un adecuado desarrollo de las habilidades sociales es clave para su integración al mundo de los adultos. El aislamiento social durante este período puede traer consecuencias en su desarrollo.
Ya, durante la infancia, comienzan a establecerse las primeras habilidades sociales mediante la interacción con otros niños y la observación. Estas les ayudan a alcanzar relaciones sanas con otros niños, aprender a comunicarse y expresar lo que sienten o quieren, gestionar las emociones, mostrar empatía, etc. Durante esta primera etapa son los padres y la familia cercana la que actúa como medida de aprendizaje. Sin embargo, cuando se llega a la adolescencia, la familia pasa a un segundo plano y son los amigos y el sentimiento de pertenencia al grupo los que ocupan un papel principal en el desarrollo del adolescente.
Habilidades sociales
El adolescente, durante esta etapa, es capaz de conseguir un mejor entendimiento de los conceptos abstractos y de reflexionar sobre los hechos, además, comienza a tomar decisiones que implican mayor riesgo. Esta mejora en el procesamiento de la información y conocimiento de sus propias habilidades fomentan la autoestima.
Las habilidades que se desarrollan en esta etapa son:
- Asertividad: la capacidad de defender las ideas propias frente a las de los demás, sin dañar u ofender al contrario.
- Apego: la capacidad de establecer vínculos afectivos con otras personas.
- Autocontrol: la capacidad de controlar los sentimiento o emociones en determinadas situaciones.
- Empatía: la capacidad de ponerse en el lugar del otro y entender sus sentimientos.
- Comunicación: la capacidad que tiene el adolescente para expresar sus ideas, emociones y peticiones de forma correcta. Tanto de forma verbal como a través de gestos.
- Interpretar situaciones: la capacidad de comprender lo que sucede en una situación más allá de las palabras.
- Resolución de conflictos: la capacidad de comprender o resolver problemas, reflexionando o valorando las diferentes opciones.
Consecuencias del aislamiento social
El cierre de las escuelas y el distanciamiento social impuesto debido a la aparición de la Covid-19 puede representar un estancamiento o retraso en el desarrollo de las habilidades sociales del adolescente perjudicando el proceso evolutivo natural para el establecimiento de la personalidad de este.
Las consecuencias psicológicas más probables que aparezcan son:
- Depresión o apatía. Un aislamiento prolongado y forzoso puede favorecer la falta de interés por sus tareas habituales o por aprender nuevas, ocasionando problemas escolares.
- Miedo a salir a la calle. La creación de unos protocolos de higiene y seguridad estrictos, además, de todas las noticias que se han estado escuchando durante el confinamiento sobre la capacidad de contagio del virus, incrementan la ansiedad al salir a la calle y el miedo a poderse infectar. Los miedos generan baja autoestima.
- Sentirse incomprendidos. En este período, el grupo de amigos es el principal apoyo del adolescente, generalmente, se siente incomprendido por su familia y rechaza su ayuda. No poder comunicarse de manera efectiva con sus amigos favorece que sus emociones se encuentren a flor de piel y sus reacciones ante cualquier situación sean más exageradas, esté más irritable y menos reflexivo.
La pandemia de la Covid-19 representa un gran desafío tanto para pequeños, adolescentes como adultos. Establecer una comunicación positiva y fluida entre todas las partes ayuda a mejorar la conducta, el comportamiento y la capacidad de enfrentarse ante los problemas.
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