Los meses de calor son los preferidos por los publicistas de las dietas milagro para colarse en nuestra vida por todas partes: aparecen en nuestros e-mails, en portadas de revistas e incluso en programas de televisión un montón de dietas diferentes que nos prometes resultados increíbles en muy poco tiempo y con muy poco esfuerzo.
«Baje 15 kilos en un mes», «despídase de su barriga en dos semanas»… son algunos de los claims publicitarios con los que estas dietas pretenden captar nuestra atención. ¿Cómo podemos reconocer una dieta milagro y cuáles son sus consecuencias para nuestra salud?
Cómo reconocer una dieta milagro
Reconocer una dieta milagro a primera vista no es muy difícil: ¿lo que te está vendiendo parece demasiado bonito como para ser verdad? En ese caso, es muy posible que no lo sea. Si hay algo que tienen en común todas las dietas milagro es que ofrecen una pérdida de peso masiva (más de 2-3 kilos al mes) y sin ningún tipo de esfuerzo («adelgace sin pasar hambre ni hacer ejercicio«). Esto ya nos debería poner alerta: demasiado bueno para ser verdad.
Otra de las características de estas dietas milagro es que suelen eliminar un grupo concreto de alimentos (como por ejemplo la famosa dieta Dukan que demoniza en sus primeras semanas el consumo de carbohidratos) o, por el contrario, se basan en un solo alimento para conseguir esa pérdida de peso (aquí tenemos incontables ejemplos: la dieta de la sandía, la de alcachofa, la del tomate…).
Además, este tipo de dietas están dirigidas a la población general y no se personalizan para cada individuo que quiera seguirlas: solamente hace falta una rápida búsqueda en internet para que empecemos a seguir la dieta de los puntos, la dieta disociada, la dieta del delfín (sí, esta también existe) o cualquier otra dieta que se nos pueda ocurrir. Muchas veces estas dietas milagro nos instan a comprar determinados productos que solamente venden ellos: sustitutivos de comida, infusiones drenantes, batidos adelgazantes… Si te ofrecen tratarte a cambio de comprar sus productos, sospecha.
Los riesgos para la salud de las dietas milagro
¿Vamos a bajar peso con este tipo de dietas? La verdad es que lo más normal es que, sobre todo al comienzo de la dieta, bajemos peso, pero debemos pensar si lo estamos haciendo a costa de nuestra salud. La mayoría de las dietas milagro proponen unos menús demasiado hipocalóricos para la mayoría de las personas, es decir, con muchas menos calorías de las que cada uno de nosotros necesitamos.
Comiendo durante unos días muchas menos calorías de las que estamos acostumbrados y de las que nuestro cuerpo necesita es muy probable que bajemos de peso, pero lo haremos sobre todo a base de pérdida de líquidos y de masa muscular (no de masa grasa).
El problema suele aparecer cuando, pasado un tiempo, este tipo de dietas extremas pierden eficacia: por un lado nuestro organismo es sabio y se acostumbra a funcionar con menos «gasolina» de la que le hemos estado dando, de modo que siempre necesitamos reducir más y más las calorías. Por otro, al tratarse de dietas extremas y no personalizadas para cada uno de nosotros, la adhesión que generan es nula: no nos vemos motivados a seguirlas más de dos o tres semanas, un mes si tenemos suerte. Ahí es cuando aparece el temido «efecto rebote»: volvemos a comer igual que antes (o más) cuando nuestro organismo ya está acostumbrado a trabajar con menos combustible, y esos kilos se acumulan sin piedad en forma de grasa.
Las precauciones que debemos tomar ante las dietas milagro
Lo más importante a la hora de perder peso es que este sea un proceso paulatino, seguro para nuestra salud, y que nos ofrezca una reeducación alimentaria: un cambio de hábitos de vida que podamos mantener en el tiempo de modo permanente.
Los profesionales médicos indicados para llevar a cabo estos cambios son los dietistas-nutricionistas. Nadie más que ellos en nuestro país están legalmente autorizados para elaborar dietas personalizadas y hacerlo de forma segura.
Debemos tener en cuenta que los cambios en nuestro cuerpo no pueden venir de la noche a la mañana: si queremos que estos cambios sean duraderos necesitaremos trabajar poco a poco en nuestros hábitos alimenticios, ver dónde fallamos y ponerle una solución adecuada. No es necesario tomar jarabes mágicos, eliminar comidas ni comprar exóticos productos o alimentos cuya publicidad nos habla de su «poder adelgazante»: una alimentación pautada por un profesional, con alimentos de fácil acceso, de temporada y con las técnicas de cocción adecuadas nos ayudará a perder los kilos que nos sobran y mantener esta pérdida indefinidamente.
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