Según las cifras de la Fundación Española del Corazón, los hombres tienen un 30 % de probabilidades morir tras sufrir un infarto. En las mujeres, la cifra es del 50 %. Además, al año siguiente de este suceso cardiovascular, el 25 % de los varones fallece, frente al 38 % de las féminas.
Asimismo, durante el ingreso hospitalario después de un infarto, las mujeres tienden a presentar una tasa mucho mayor de complicaciones, como ictus, insuficiencia cardiaca o necesidad de transfusión sanguínea.
¿A qué se debe esta diferencia en cuanto a mortalidad y pronóstico de la enfermedad? Según los especialistas, fundamentalmente a tres factores:
Menopausia
La mujer está protegida frente a las enfermedades cardiovasculares por los estrógenos durante su etapa fértil, ya que estas hormonas actúan positivamente sobre todos y cada uno de los factores de riesgo coronario.
Una vez que llega la menopausia, esta protección disminuye y lo hace coincidiendo con una etapa de la vida en la que la salud es peor en términos generales. En este tramo de edad es más normal que tener hipertensión, diabetes tipo 2, problemas con el colesterol, sobrepeso u obesidad… factores que multiplican en sí mismos el riesgo cardiovascular.
Retraso al pedir ayuda
Las mujeres suelen descuidar o retrasar sus revisiones de salud y tardan más en acudir al especialista, en parte porque asocian las enfermedades cardiovasculares y el infarto únicamente a la población masculina.
Sintomatología difusa
El infarto de miocardio no se presenta con los mismos síntomas que en los hombres, lo que provoca confusión a la hora de pedir ayuda e incluso a veces despista a los propios especialistas.
Diferencias entre el infarto masculino y femenino
El infarto en el varón suele manifestarse con un fuerte dolor en el pecho que irradia hacia otras zonas del cuerpo, fundamentalmente el brazo izquierdo.
Por el contrario, en las mujeres el patrón del dolor es mucho más difuso y no tan agudo e intenso como en los hombres. Es más, buena parte de las mujeres que han sufrido un infarto refieren no haber sufrido dolor en absoluto.
En ese caso, ¿cómo puede una mujer sospechar que puede estar sufriendo un infarto? Los síntomas más habituales del infarto femenino son, en lugar de dolor, una opresión en el pecho que puede reflejarse en la espalda, dificultad respiratoria, vómitos, náuseas, sensación de aturdimiento o falta de reflejos, sudoración fría y cansancio extremo.
Las féminas que sienten dolor cuando sufren un infarto afirman que este dolor se localiza más en la boca del estómago o hacia el centro del pecho y no en el lado izquierdo.
Asimismo, mientras que entre la población masculina es frecuente el infarto mientras se hace deporte o se trabaja, en las mujeres suele ser más habitual en reposo, incluso durante el sueño.
Es muy habitual confundir estos síntomas con una indigestión, con agotamiento físico, estrés o ansiedad. Sin embargo, si la mujer no está diagnosticada de ninguno de estos problemas o no ha sufrido nunca situaciones de ansiedad, es conveniente que esté alerta ante la aparición de estos síntomas sin motivo aparente.
Asimismo, los expertos avisan de que es habitual que en los días previos a que una mujer sufra un infarto tenga insomnio, debilidad, ansiedad… que deben poner sobre alerta. En caso de duda, sobre todo si no existen antecedentes de otras enfermedades que puedan causar síntomas similares, lo mejor es acudir a urgencias cuanto antes.
Actualmente no hay ningún comentario sobre este tema.
¡Sé el primero en hacerlo!