Desde un punto de vista odontológico, los implantes dentales son el único tratamiento que, además de mantener el aspecto, reemplaza toda la funcionalidad de un diente natural. Y a largo plazo: se calcula que más del 90% de los implantes mantienen su funcionalidad 15 años después de haber sido colocados.
Pero además de los aspectos puramente clínicos, los implantes dentales presentan una serie de beneficios psicológicos y emocionales, que no pueden entenderse sin comprender primero qué atraviesa una persona que ha perdido un diente.
El mazazo de la pérdida de un diente
En una cultura que rinde culto al aspecto, el rechazo social que produce una persona a quien le falta algún diente puede llegar a ser un verdadero estigma, interiorizado por el propio paciente. Además de muy poco atractiva, una sonrisa sin algún diente se percibe como un signo de pobre higiene, mala salud y fracaso social.
Para quien ha perdido un diente, actividades placenteras para todos, como charlar, sonreír y reírse, se tiñen de vergüenza e incomodidad. “¿Cómo estarán viendo mi boca ahora mismo? ¿Qué pensarán de mí?” mientras intentan taparse la boca. Además de un diente, también han perdido la autoestima y la confianza en sí mismos.
¿Soluciones?
Hay varias soluciones odontológicas para ayudar a las personas con este problema, pero no todas son igual de buenas. Las prótesis removibles (las comúnmente llamadas “dentaduras postizas”) y los puentes dentales tienen el aspecto de un diente natural, pero pueden tener serios problemas de ajuste.
Muchos pacientes con estos tratamientos siguen viviendo con la ansiedad de que su dentadura se les mueva o caiga delante de otros. Además, la sensación en su boca cuando comen, ríen o practican deporte no es para nada la misma: no pueden olvidarse de que llevan una prótesis, lo que sigue afectado a su confianza y su autoestima.
La apariencia y la sensación de unos dientes naturales
Al contrario que las prótesis removibles, como las dentaduras postizas, los implantes dentales están firmemente integrados en el hueso y permiten al paciente seguir con su vida igual que si tuviera un diente con raíces naturales.
Los implantes dentales no resbalan o giran como las dentaduras, pudiendo hablar y comer con total normalidad. Una vez te lo hayan colocado, te olvidarás de que lo llevas puesto. Cuando sonríes o ríes, ya no tendrás que taparte la boca.
¡Vuelve a comerte el mundo con los implantes!
Tener una sonrisa completa y sana cambia la forma en que nos vemos a nosotros mismos y nos relacionamos con los demás, dándonos confianza y seguridad en nosotros mismos. Una personalidad segura está relacionada con mayores posibilidades de éxito profesional, social y familiar. ¿Son más felices las personas que se han realizado un implante?
Después de un estudio pionero realizado en la Universidad de Washington en 1990, varias investigaciones en todo el mundo han probado que los pacientes que habían perdido un diente se sentían más felices y seguros después de haberse realizado un implante, y que mejoraban sensiblemente su capacidad para la atracción y la persuasión.
Con un implante dental puedes relajarte y disfrutar de la vida sin miedo tanto de las reuniones sociales como de la intimidad con las personas especiales de tu vida. Y, como muchos pacientes podrán decirte, no se paga con nada.
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