Una de las patologías más frecuentes en verano es el conocido como «golpe de calor», que se produce cuando la temperatura corporal supera los 40 grados centígrados. Puede parecernos una temperatura muy alta y difícil de pasar desapercibida para aquel que la sufre, pero en realidad no es tan raro que en ciertas situaciones (cuando estamos en la playa, cuando estamos parados mucho tiempo a pleno sol) nuestra temperatura suba y no nos demos cuenta de ello. Frente al golpe de calor, los sistemas de termorregulación de nuestro organismo fallan y no somos capaces de mantener una temperatura ideal (alrededor de los 37 grados centígrados).
Existen dos grupos de riesgo para el golpe de calor en verano: por un lado tenemos a los deportistas que se ejercitan en exteriores, que son susceptibles de sufrir lo que llamamos «golpe de calor por esfuerzo». Por otro lado tenemos a los ancianos y enfermos, que pueden sufrir, debido a sus condiciones especiales, el golpe de calor clásico. Nos centraremos en este último grupo: estos son los síntomas del golpe de calor en personas mayores y así podemos prevenirlo.
¿Por qué los ancianos son más vulnerables?
El golpe de calor en las personas mayores es muy habitual en los meses de verano. Los ancianos necesitan, como todos nosotros, mantener una buena hidratación a base de agua (nunca bebidas con cafeína, con azúcar o con alcohol) para que el organismo sea efectivo en cuanto a los mecanismos de termorregulación, y estos mecanismos se deterioran con el paso de los años. La termorregulación también puede verse afectada por enfermedades crónicas que afectan al corazón, los riñones y el hígado o por los medicamentos que se utilizan para tratarlas.
Muchos de los ancianos sufren limitaciones de movilidad debido a enfermedades crónicas o enfermedades degenerativas como la artrosis, que les impiden moverse para hidratarse de forma correcta. Si a esta falta de movilidad le unimos el aislamiento o la falta de comunicación (muchas veces nos dicen que no nos han pedido agua o cualquier cosa que necesiten porque «no quieren molestar») es muy posible que sufran una deshidratación. Además, la piel de los adultos mayores es más fina, por lo que ofrece una menor protección ante el efecto de los rayos solares.
Es muy importante que las personas mayores siempre tengan a mano agua fresca para poder hidratarse y que vayan bebiendo en pequeñas cantidades, sin darse un atracón, para que su organismo pueda asimilarla de forma adecuada. Además, debemos asegurarnos de que los ancianos se encuentren en un ambiente fresco, con una temperatura ambiental idónea para ellos (una temperatura ambiente elevada es lo que hace aumentar la temperatura de nuestro cuerpo) y, en el caso de que se encuentren al aire libre, siempre en lugares con sombra y nunca bajo el sol directo, sobre todo en las horas centrales del día.
¿Qué hacer cuando se produce un golpe de calor?
Lo primero que debemos hacer es mantenernos atentos a los síntomas que puedan aparecer ante el golpe de calor, como la fatiga intensa, la sed extrema, las náuseas o vómitos, los calambres en las extremidades o en el vientre y los mareos. Ante estos síntomas es importante que llamemos a los servicios de emergencia, ya que un golpe de calor puede tener consecuencias graves, aún más en los mayores, si no se consigue restablecer la temperatura corporal en un corto período de tiempo.
Si ya se ha producido el golpe de calor y hemos alertado a los servicios médicos, debemos trasladar a la persona a un lugar fresco y mantenerlo tumbado con los pies a una altura mayor que la de la cabeza para favorecer el retorno venoso y mejorar la circulación de la sangre. Con el fin de hacer descender la temperatura corporal podemos aplicarles paños frescos o mojados en la zona de las axilas, las ingles y la cabeza, y darles a beber pequeños tragos de agua. También podemos intentar refrescarles a base de ventilación manual con un abanico o colocándolos cerca de un ventilador.
Es importante que durante los meses de verano las personas mayores que viven solas contacten con familiares o vecinos en las cercanías que puedan asegurarse de que se encuentran bien en las horas de más calor, especialmente si sufren enfermedades crónicas o creen que pueden ser más sensibles ante las altas temperaturas.
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