A pesar de la creencia común, los dientes no están formados por hueso. Es decir, los dientes no son huesos, sino que están conformados por diversos tejidos mineralizados, y uno de ellos es el esmalte dental.
Concretamente, es un tejido formado por hidroxiapatita y proteínas (en muy baja proporción). Lo más curioso, y lo que quizá ha hecho creer a mucha gente que en realidad es un hueso, es que el esmalte es el tejido más duro del cuerpo humano. Esta dureza tan asombrosa se la proporciona la hidroxiapatita, que es el mineral más duro del cuerpo humano (está más mineralizado que los huesos).
El diente está formado por 3 capas principales: la capa externa llamada esmalte, la capa intermedia llamada dentina y la interna, denominada pulpa.
El esmalte dental es una capa de 2 a 3 milímetros de espesor que recubre a todos los dientes, pero solamente en su porción visible. El esmalte es translúcido e insensible al dolor, pues carece de terminaciones nerviosas.
La dentina es la capa que está por debajo del esmalte y es la responsable del color del diente. Sus propiedades son: color-radiopacidad-traslucidez-elasticidad-dureza-permeabilidad.
Debajo de la dentina, está la pulpa. Formada por un tejido suave que contiene el paquete vasculo-nervioso del diente, formado por nervios, una vena y una arteria. Sus actividades son: inductora de la temperatura-formativa-nutritiva-sensitiva-defensiva-reparadora.
Orígenes en peces
El esmalte dental parece tener un origen muy curioso. Un equipo de científicos suecos de la Universidad de Uppsala y del Instituto de Paleontología y Paleoantropología Vertebrada de la Academia de Ciencias China ha combinado algunos datos genéticos y fósiles con el fin de demostrar que nuestro esmalte podría tener su origen en la escama de peces ya extinguidos.
Según explica en una investigación publicada en la revista Nature, la ganoína, un tejido presente en peces extintos o primitivos como el Lepisosteus oculatus, es muy similar a nuestro esmalte dental. Además, los investigadores consiguieron confirmar que proteínas de nuestro esmalte, como la ameloblastina o amelogenina, también estaban presentes en peces primitivos como el Latimeria chalumnae.
Hay que cuidarlo porque no se regenera
Como el esmalte dental es translúcido (casi transparente, con cierto tonos de gris azulado), el color que vemos en nuestros dientes en realidad es el reflejo de la dentina, otro de los tejidos mineralizados del diente que es interno.
A pesar de que hemos dicho que el esmalte es el tejido más duro del cuerpo humano, en realidad es muy frágil. Algo así como lo que sucede con un plato de porcelana, por ejemplo, que es dura y frágil al mismo tiempo. Es decir, que soporta el uso durante el tiempo, pero no puede usarse incorrectamente, por ejemplo dándole un golpe brusco.
Y, precisamente, por su composición química, el esmalte dental es muy sensible a las bacterias. Las bacterias que colonizan la superficie de los dientes se alimentan de las harinas (carbohidratos) que ingerimos y producen sustancias ácidas como desecho.
Estas sustancias ácidas son particularmente perjudiciales para el esmalte, pues por su culpa se pierden minerales y se deteriora el diente. La caries, de hecho, es una enfermedad caracterizada precisamente por la destrucción de los tejidos del diente como consecuencia de la desmineralización provocada por los ácidos que genera la placa bacteriana.
Por esa razón, para cuidar y mantener el tejido más duro de nuestro cuerpo, hemos de ser cuidadosos con su higiene, pues es la mejor forma de evitar que se produzcan los ácidos de desecho de las bacterias.
Además, el gran problema del esmalte dental es que no es capaz de regenerarse. Por ello, nos enfrentamos a un daño permanente cuando el esmalte dental sufre algún deterioro. Por ejemplo: cuando es eliminado por la caries dental, cuando se rompe durante algún golpe en nuestros dientes, cuando se desgasta por rechinar los dientes, etc. Y, en caso de desgaste, ya solo es capaz de restaurarse asistido por técnicas odontológicas, como reconstrucciones, carillas o coronas de recubrimiento total.
Por esa razón, para cuidar nuestro esmalte dental es conveniente cumplir las siguientes recomendaciones:
- Mantener una dieta equilibrada. Limita los tentempiés entre comidas. En caso de no dejar de consumir alimentos dulces, es preferible hacerlo cuando la boca tiene mayor cantidad de saliva protectora, es decir entre comidas. Una dieta sana siempre ayuda a tener unos dientes sanos.
- Masticar chicles sin azúcar. La combinación de la saliva con la goma de mascar sin azúcar estimula el flujo salival, neutralizando aún más los ácidos.
- Dejar de fumar.
- En caso de que el dentista lo considere adecuado, la aplicación tópica de flúor para prevenir la caries dental y remineralizar el esmalte.
- Cepillarse los dientes mínimo dos veces al día con un cepillo de cerdas suaves. Limpiarse entre los dientes a diario con seda dental o un limpiador interdental. Visitar al dentista frecuentemente para limpiezas y chequeos bucales profesionales.
Foto | iStock / RossHelen
Actualmente no hay ningún comentario sobre este tema.
¡Sé el primero en hacerlo!