La halitosis o mal aliento tiene generalmente un origen bucal -60 por ciento de los casos-, pero también hay una proporción de pacientes -20 por ciento- que padece estos problemas por otras causas, como patologías respiratorias o digestivas, por ejemplo. A estos dos grupos, se suma un 20 por ciento que cree de manera errónea que padecen este trastorno, una falsa sensación provocada por tener la boca seca, el estrés o la ansiedad, según la Fundación Dental Española.
Aunque se ha detectado una caída de este problema en los últimos años en España, principalmente por la sensibilización de la población sobre la relevancia de los cuidados de higiene oral, en caso de sufrirlo resulta relevante acudir al dentista para determinar si existe la patología, cuál es la fuente del problema y cómo abordarlo. Suele causar angustia y vergüenza en las personas que lo sufren, aunque también en ocasiones el aquejado puede no ser consciente de su problema.
Qué es la halitosis o el mal aliento
Generalmente, el mal aliento es fruto de la acumulación bacteriana en la boca o entre los dientes, o de restos de comida alrededor de las encías y la lengua, que a su vez desencadenan la floración de bacterias en la boca que provocan caries. Este problema también es la consecuencia de sufrir enfermedad periodontal o caries y problemas nasales, como por ejemplo, sinusitis -inflamación de la mucosa que recubre los senos paranasales-. Asimismo, determinados alimentos y bebidas comunes también pueden llevar a tener mal aliento, incluso una vez que nos lavamos los dientes.
Por qué se produce, qué genera el problema
Como hemos explicado al principio, se trata generalmente de un problema con origen bucal, pero también tiene otras fuentes. Se calcula que puede haber más de 80 causas que llevan a la halitosis, que pueden clasificarse de distintas formas en función de su intensidad, frecuencia, relevancia clínica o la necesidad de tratamiento. A continuación enumeramos algunas de las causas:
- Boca: las bacterias presentes en la cavidad oral provocan necrosis o putrefacción que llevan al mal aliento, generalmente ante la presencia de restos de alimentos y con el apoyo de la sangre, que, según el Instituto del Aliento, promueve el desarrollo de un tipo de bacterias (‘Porphyromonas gingivalis’) causante de la periodontitis.
A la mala higiene, se suman otros condicionantes que generan mal aliento, como: saburra lingual -capa de suciedad blanquecina sobre la lengua-; enfermedades de las encías; hiposalivación y/o xerostomía -sequedad de la boca-; caries muy extensas o abscesos -infecciones que se complicaciones y se desplazan desde la raíz del diente hasta los huesos -proceso infeccioso durante la erupción de dientes-; estomatitis -inflamación de la mucosa que recubre la boca-; heridas quirúrgicas; candidiasis -infección por hongos-; prótesis porosas; piercings linguales; quistes dentígeros -quiste que rodea la corona de un diente que no ha erupcionado-; escorbuto -deficiencia de vitamina C-; entre las principales.
- Aparato respiratorio: por encima de la laringe se producen enfermedades que pueden desencadenar mal aliento. Las principales afecciones de esta área del sistema respiratorio que tienen entre sus síntomas el mal aliento son: rinosinusitis -inflamación de la mucosa de la nariz y los senos paranasales-; respiración bucal -influye en la cantidad y la composición de bacterias en la saliva-; obstrucción nasal por malformaciones o enfermedades que llevan a infección de las cavidades nasales; rinorrea -secreción nasal constante-; desviación del tabique nasal -estrechez anormal de las fosas nasales-; adenoiditis -inflamación de las adenoides, tejido detrás de la cavidad nasal-; amigdalitis -inflamación de las amígdalas-; presencia de cuerpos extraños que bloquean las fosas; abscesos nasofaríngeo y retrofaríngeo, carcinomas de laringe; bronquitis; bronquiectasias -dilatación anormal del árbol bronquial-; neumonías; abscesos pulmonares; carcinomas de pulmón.
- Sistema digestivo: aunque los casos de mal aliento asociados con problemas en el aparato digestivo son poco frecuentes, infecciones como la provocada por la bacteria ‘Helicobacter pylori’ puede llevar a sufrir halitosis. También hay casos de vinculación con gastritis, úlceras grastroduodenales, enfermedad inflamatoria intestinal, reflujo gastroesofágico, divertículo de Zenker, presencia de cuerpo extraño de la faringe, hernia de hiato, eructaciones, vómitos y neoplasias, según el Instituto del Aliento. Este centro advierte que muchas veces los problemas digestivos generan en el paciente sensación de halitosis, pero no es así (pseudohalitosis).
- Nutrición y estilo de vida: entre los alimentos más comunes que provocan mal aliento están el ajo, la cebolla, el queso, el huevo y algún tipo de especia, que al digerirlos, el torrente sanguíneo absorbe sus aceites y los transporta a los pulmones, de manera que el olor se emite a través del aliento hasta que se eliminan por completo del cuerpo, según explica la Academia Americana de Médicos de Familia. Durante la digestión, el olor puede volver por el esófago y emitirse al hablar o respirar. Además, los compuestos de algunos medicamentos también provocan mal aliento, así como el tabaco y el alcohol.
Cómo podemos evitar el mal olor de nuestra boca
La mala higiene se ha identificado como fuente de halitosis desde los tiempos antiguos, por lo que uno de los principales métodos para evitar el mal aliento es una buena higiene bucodental, que conste de: cepillado de los dientes, uso de seda dental y la limpieza regular de la lengua, más que centrarse en el empleo de enjuagues orales o aerosoles para camuflar el mal aliento.
Pero también puede resultar efectivo:
- Evitar comidas con exceso de condimentos o los alimentos que provocan mal aliento.
- Dejar de fumar.
- Evitar el consumo de café y alcohol.
- No apuntarse a las dietas con muchas proteínas y las de pocas calorías.
- No consumir alimentos con mucha grasa.
- Beber mucha agua.
- Intentar respirar siempre por la nariz.
Tratamientos contra la halitosis o el mal aliento
Cuando los consejos anteriores para prevenir el mal aliento no funcionan, es hora de pasar a la acción, es decir, poner un tratamiento porque es posible que se trate de halitosis patológica. Pero debe ser el especialista el que determine por qué surge el problema y cómo solucionarlo. Depende del foco desencadenante de la halitosis, hay que poner un tratamiento u otro con más o menos éxito.
En los casos de sequedad bucal por fallo de las glándulas salivales, existen fármacos (los llamados colinérgicos) que ayudan a aumentar la función salival, pero son necesarios durante largos periodos de tiempo e, incluso, el paciente tiene recaídas y debe volver a tomarlos. En cuanto a otros desencadenantes de halitosis, como la amigdalitis crónica, cuando se extirpa quirúrgicamente el foco infeccioso, desaparece el problema, por ejemplo.
misha