Existe la creencia popular de que tener caries en los dientes de leche no reviste importancia porque estos acabarán cayendo y serán reemplazados por los definitivos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
Los dientes de leche comienzan a erupcionar alrededor de los 6 meses, a los 6 años el niño empieza a hacer el recambio y generalmente a los 12 años es cuando se produce la caída de las últimas piezas temporales, aunque cada niño lleva un ritmo diferente. Durante todos estos años, los dientes de leche deben permanecer en buen estado porque son vitales para que el niño pueda masticar y deglutir bien, hablar correctamente y lucir una bonita sonrisa, lo que favorecerá su autoestima.
No solo eso: guardan el espacio para cuando salgan los dientes permanentes que se encuentran debajo de la encía. Cuando un niño pierde un diente demasiado pronto, los dientes permanentes pueden moverse hacia el espacio vacío que ha dejado y hacer difícil que otros dientes adultos encuentren sitio para salir. Esto puede causar que se tuerzan o apilen los dientes. Para evitar esto, los odontopediatras colocarán un mantenedor de espacio hasta que erupcione el diente permanente.
Las caries constituyen la enfermedad crónica infantil más común y los factores que influyen en su aparición son muy diversos, como tener unos dientes propensos a sufrir esta patología, el contacto con los hidratos de carbono fermentados en la cavidad bucal (dulces, leches, etc.), el tiempo (la frecuencia con que los dientes están expuestos a los ácidos derivados del azúcar) y la calidad de la higiene oral.
¿Cómo prevenir las caries?
Una limpieza bucal insuficiente o inexistente y una alimentación inadecuada son los principales amigos de las caries, que pueden producirse desde el mismo instante en que surgen los primeros dientes en la boca del niño.
Así, es importante que los más pequeños no abusen de los dulces, como chuches y caramelos, ni de bebidas azucaradas como refrescos o zumos. También hay que evitar un exceso de pan, pizzas y pasta que, en definitiva, son harinas y en su metabolización se producirán azúcares que, al descomponerse, generarán ácido que acabará afectando a las estructuras dentales.
Por otro lado, existen alimentos buenos para prevenir las caries. Son los alimentos crudos y ricos en fibra: zanahorias, manzanas, pan integral… Requieren una masticación enérgica que favorece la secreción salival, que tiene una acción de autolimpieza, obstaculiza la formación de placa bacteriana y ayuda a mantener limpios los dientes. La fibra arrastra los restos de alimentos que hayan podido quedar entre los dientes. Comerse una manzana, por ejemplo, es muy saludable para los dientes tanto de los pequeños como de los mayores.
En cuanto a la higiene, hasta el primer año de edad, basta con limpiar los dientes con una pequeña gasa o un cepillo pequeño, con un poco de pasta (una cantidad equivalente a un grano de arroz) con al menos 1.000 ppm de flúor, según la Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP). Además, es recomendable no dejar nunca dormir al niño con un biberón de leche o de cualquier otro líquido azucarado y no mojar el chupete en azúcar, miel o líquidos dulces.
A partir de los tres años se aumenta un poco la cantidad de pasta, siendo aconsejable el uso de un cepillo de cabezal pequeño y cerdas suaves. Los padres tienen la labor de enseñar al pequeño, pasándole el cepillo con delicadeza después de cada comida. La cantidad de pasta sigue siendo mínima -el equivalente a una lenteja-, ya que no es conveniente que se la trague.
¿Cuándo acudir al dentista?
Los expertos sugieren incluso que desde el nacimiento se explore la cavidad oral del niño para detectar posibles anomalías. Cuando comienzan a aparecer los dientes (dentición temporal), deberían realizarse visitas periódicas al pediatra y al dentista, que se hacen fundamentales durante el recambio de los dientes. Las visitas han de mantenerse a lo largo de la infancia y la adolescencia.
Los dientes son la única parte del cuerpo humano que no se regenera por sí misma. Por eso, la detección precoz de las caries es fundamental para evitar males mayores. En el caso de las caries en los dientes de leche, cualquier infección en el diente temporal que progrese por la raíz creará una bolsa de pus que afectará al diente permanente. Y es que a veces los dientes definitivos salen con malformaciones, manchas o lesiones secundarias a la infección que tuvo el diente de leche en su día y no se trató de forma adecuada.
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