El verano es una época especial en todos los sentidos, también para la salud. Problemas como la insolación, la deshidratación o las quemaduras solares aparecen con muchísima mayor frecuencia durante los meses de julio y agosto.
La odontología no es ninguna excepción, y en esta estación del año caracterizada por la diversión al aire libre, las noches fuera de casa, los refrescos y helados… aumenta el riesgo de algunos problemas de salud bucodental. Comenzamos por el que tal vez ya imaginas.
El “agosto” de las caries
Las bacterias de nuestra boca no se van de vacaciones. Es más, en verano, pueden “trabajar” más que nunca. La combinación de mala higiene (¿quién se lava los dientes después de una paella en el chiringuito de la playa?), el descenso en la producción de saliva que causa el alcohol y el consumo de helados y bebidas azucaradas (especialmente los refrescos de limón) crean las condiciones idóneas para que se reproduzcan los gérmenes de nuestra boca.
Esto hace que en verano se acumulen a mayor ritmo la placa y el sarro en nuestros dientes y encías y que, además, se incremente el riesgo de acabar padeciendo caries o que “crezcan” las que ya estaban presentes. Este riesgo, por lo que hemos comentado de los dulces y helados, es especialmente alto en los niños.
El sarro del nadador
No es un riesgo muy conocido por el público, pero el cloro de las piscinas puede causar acumulaciones de sarro, sobre todo en las personas que pasan debajo del agua más de seis horas a la semana.
Los productos químicos de las piscinas tienen un pH inferior al de la boca, lo que causa que se destruyan las proteínas de la saliva y se formen depósitos marrones (sobre todo en los dientes frontales) que reciben el nombre de “sarro del nadador”.
Más riesgo de traumas, fracturas y fisuras
Muchos aprovechan sus vacaciones para echar interminables partidos de fútbol o baloncesto con sus amigos. Deportes de contacto donde se dan y reciben golpes, y que acaban causando problemas en los dientes. Los jugadores de rugby conocen bien este riesgo: intenta imitarles y procura usar siempre un protector bucal para evitar problemas dentales. ¡En el campo hay que dejarse la piel, no tus dientes!
El hábito de masticar cubitos de hielo también puede ser demoledor para tus dientes y causar fracturas y fisuras. En las personas que se han realizado un tratamiento estético con carillas, masticar hielo prácticamente garantiza que vayan a arruinarse la sonrisa.
Otro riesgo de las profundidades marinas
Las personas que practican submarinismo conocen el dolor en la articulación temporomandibular, las encías, o la sensación de presión en los dientes que los odontólogos llaman “síndrome de boca de buzo” o baradontalgia.
Estos problemas aparecen a causa de las grandes variaciones de presión típicas de los deportes de inmersión, y están agravados por el mal hábito de morder con demasiada fuerza la boquilla de los tubos de respiración. Los dolores y molestias son especialmente problemáticos si se tiene una caries sin tratar, un empaste temporal, problemas en las encías o una endodoncia de baja calidad.
Los dentistas (también) son para el verano
¿Y cómo evitar todos estos problemas? Una visita a tu clínica dental, para hacerte una revisión y una limpieza, es lo más útil para proteger tu salud oral en esta época del año en la que es especialmente vulnerable.
No olvides ir al dentista para evitar las caries antes de que se desarrollen estos problemas. Recuerda que una revisión evita un empaste. Ve al dentista en verano y evita que “la vuelta al cole” después de las semanas de ocio y diversión sea aún más dura.
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