La historia clínica y odontológica, el examen clínico, los modelos en yeso de los dientes y las radiografías son algunos de los estudios y procedimientos necesarios para determinar si necesitamos someternos a una ortodoncia. Aunque el tiempo necesario para conseguir el objetivo depende de muchos factores, en general los tratamientos de ortodoncia suelen durar entre 6 y 8 meses, para correcciones leves, y hasta 3 años, para correcciones más graves.
Cuando nuestros dientes están en mala posición no encajan bien unos con otros y no mordemos correctamente. Esta mala posición hace que resulte más difícil mantenerlos limpios y corramos más riesgos de que perdamos piezas prematuramente debido a la caries y las enfermedades periodontales.
Esta mala posición de los dientes también puede originar una tensión extra en los músculos de la masticación, los llamados trastornos de los músculos y la articulación temporomandibular (ATM), que finalmente derivan en dolores de cabeza y molestias en cuello, hombros y espalda.
Es decir, que la ortodoncia no solo tiene unos fines estético y funcional, sino también, y sobre todo, el objetivo de mantener una buena salud bucodental y física en general.
Síntomas más convencionales
Quien está capacitado para asesorarnos sobre la conveniencia de someternos a un tratamiento de ortodoncia siempre deberá ser el especialista u ortodoncista. Sin embargo, hay una serie de síntomas que nos pondrán sobre la pista de que probablemente necesitaremos de ortodoncia:
- Sobremordida: las coronas de los dientes anteriores superiores cubren casi por completo las coronas de los dientes inferiores.
- Submordida: los dientes inferiores se extienden excesivamente hacia delante o bien los superiores se posicionan muy hacia atrás.
- Mordida cruzada: al morder normalmente, los dientes superiores no descienden levemente por delante de los inferiores anteriores o ligeramente por fuera de los dientes inferiores posteriores.
- Mordida abierta: en la mordida no hay contacto entre los dientes superiores e inferiores. En definitiva, los dientes deben encajar al morder, y si hay un espacio grande entre los dientes superiores e inferiores entonces es muy probable que necesitemos ortodoncia.
- Línea media desplazada: la línea imaginaria que divide en el centro a los dientes anteriores superiores no se alinea con la de los dientes inferiores.
- Diastemas: este término hace referencia a la separación de los incisivos superiores. Sucede cuando hay una desproporción entre el tamaño de los dientes y la mandíbula. Puede ser localizado o generalizado; este último es frecuente en los niños debido a que los dientes temporales tienen menores dimensiones que los dientes permanentes.
- Apiñamiento: los dientes son demasiado grandes para ser acomodados en el espacio que ofrecen los maxilares. Muchos son los factores que pueden propiciar la aparición de dientes torcidos o apiñados. Para algunas personas, sus bocas son simplemente muy pequeñas para contener los dientes de forma correcta. En otros casos puede haber dientes apiñados una vez que les salen las muelas del juicio. Una prueba para saber si sufrimos de apiñamiento es usar el hilo dental: si es muy difícil pasarlo entre tus dientes o por sus posiciones eres incapaz de pasar el hilo, quizá sea porque están apiñados demasiado cerca uno del otro.
Además de estas observaciones objetivas, hay una serie de síntomas cotidianos que también pueden advertirnos que nuestra dentadura necesita ortodoncia:
- Se queda comida en los dientes. Tener comida entre los dientes rutinariamente puede crear un refugio para las bacterias que pueden provocar gingivitis y caries dental.
- Mal aliento. Si incluso después de cepillarnos los dientes tenemos un mal aliento persistente, puede que estemos en el caso de que los dientes torcidos o apiñados favorecen que las bacterias queden atrapadas.
- Ceceo. Si al hablar se nota que ceceamos, puede ser el resultado de la maloclusión o de unos dientes mal alineados.
- Dolor de mandíbula o de articulación temporomandibular. Si tu mandíbula está desalineada, podría ejercer una presión adicional en nuestra mandíbula o en nuestra articulación, originando frecuentes molestias o dolores.
¿A qué edad es recomendable?
Si bien la ortodoncia ya no depende de la edad, es recomendable empezar el tratamiento a edad temprana o lo antes posible después de haber detectado la anomalía.
Con todo, actualmente no existe una edad límite para realizar un tratamiento, y las nuevas técnicas permiten alinear los dientes y corregir la mordida en los adultos.
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