Los primeros registros de que disponemos sobre la higiene dental aparecen, aproximadamente, alrededor del año 3000 a.C. En las tumbas egipcias se han hallado ramitas en forma de lápiz, las cuales tenían en uno de los extremos un tacto blando y fibroso para realizar una especie de cepillado dental. Sin embargo, la creación y primera aparición del cepillo de dientes se le atribuye a los chinos hacia el siglo XV.
Los actuales cepillos poseen cerdas de nailon porque este material, a diferencia de las cerdas de animales que normalmente se usaban en el pasado, es más resistente, flexible y ofrece un mejor cepillado. Además, se seca rápido, evitando así la contaminación por bacterias. Las cerdas de nailon también se quedan mejor adheridas al mango del cepillo, evitando desprendimientos al momento de usarlo.
Sin embargo, a pesar de las ventajas del nailon, una correcta higiene oral (cepillado de los dientes tras cada comida sin movimientos bruscos) origina, gradualmente, que las cerdas de los cepillos se vayan debilitando y doblando, perdiendo su eficacia. Por si fuera poco, el desgaste del cepillo hace que las cerdas se tuerzan y pueden causar daños en las encías durante el cepillado, provocando tanto la inflamación como el sangrado del tejido blando, así como la retracción de las encías. Este deterioro se produce aunque a simple vista no distingamos apenas ninguna diferencia.
Cuidados mínimos
Para evitar que el cepillo se degrade hay que restituirlo cada tres o cuatro meses para mantener una buena salud bucodental, porque no solo su eficacia se debilita y las cerdas pierden la capacidad de alcanzar los recovecos más difíciles que hay entre los dientes, sino que aumenta la probabilidad de que se cultiven grandes cantidades de gérmenes, hongos y bacterias.
Este último punto tampoco es distinguible a simple vista, solo a través de un microscopio, y también constituye un factor clave para mantener la higiene oral. Así pues, también es conveniente que, tras usar el cepillo, se sacuda con fuerza bajo el chorro del agua y se coloque en posición vertical para que se ventile y se seque rápidamente. No es buena idea, pues, que los cepillos queden húmedos, porque en ellos podemos llegar a localizar bacterias fecales. Tal y como añaden en Journal of Family Medicine and Primary Care:
Tirar de la cadena con la tapa bajada es una buena costumbre para reducir la dispersión de bacterias y la contaminación del cepillo en nuestro cuarto de baño.
También es importante cambiar el cepillo dental después de un resfriado, gripe, infecciones bucales o dolor de garganta, porque los gérmenes pueden permanecer más tiempo en las cerdas del cepillo y propiciar una nueva infección.
Con todo, el plazo de tiempo que debemos otorgarle a nuestro cepillo de dientes también se verá influido por estos dos puntos:
- Restituir el cepillo de dientes cada 3 meses es bastante ambiguo porque cada cepillo tiene su propia calidad, y el uso en cada persona es distinto, así que es preferible examinar el estado del cepillo, comprobando sobre todo lo abiertas que están las cerdas. Esto es una pista que nos avisará de cuándo es el momento de cambiarlo.
- Se puede garantizar hasta cierto punto que si se emplea un cepillo de dientes de dureza media tres veces al día, los tres minutos recomendados, y no dura tres meses, probablemente ocurra que el cepillado es demasiado fuerte, lo cual resulta perjudicial para los dientes y las encías.
En definitiva, el buen estado de nuestro cepillo es fundamental para una buena higiene, y una buena higiene, a su vez, es fundamental para una buena salud en general.
Consejos para el viaje
Las fundas de plástico para cepillos dentales protegen las cerdas y evitan que se aplasten o compriman en nuestra maleta. Con todo, estas fundas no son recomendables para su uso diario, porque retrasan el secado natural de las cerdas de nailon al aire libre, lo que favorece el crecimiento de gérmenes.
Tampoco es recomendable guardar en un mismo recipiente distintos cepillos de dientes, y situarlos muy cerca unos de otros en el cuarto de baño, porque los microbios pueden esparcirse entre ellos. La mejor opción, siempre que sea posible, es depositar el cepillo en posición vertical en un recipiente, al aire libre, y sin entrar en contacto con otros cepillos u objetos.
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