Aunque en el Alzheimer pueden prevalecer las alteraciones conductuales, no es menos cierto que la agresividad no se considera un síntoma de la enfermedad. Tan solo la quinta parte de los enfermos que permanecen Alzheimer en sus ambientes habituales tiene comportamientos que nos pueden parecer agresivos.
La cifra se eleva a la mitad, en los casos de enfermos residentes en instituciones. Además, estas alteraciones aumentan en las últimas fases de la enfermedad.
Para tratar con un paciente con demencia que tiene un comportamiento agitado, lo primero es determinar las causas de esta alteración.
Posibles causas de la agitación conductual en un paciente con demencia
Una de las causas que a veces pasa desapercibida es la existencia de delirios o alucinaciones. Al menos, su existencia está directamente correlacionada con ulteriores comportamientos aparentemente agresivos.
Puesto que los pacientes, en muchas ocasiones, no hablan o no se expresan correctamente, hay que prestar atención al lenguaje no verbal. A veces, el comportamiento responde simplemente a síntomas de dolor, cambios de lugar de residencia, hábitos de conducta o a infecciones.
Otra de las causas pueden ser los ambientes con ruido, el cansancio y los turnos de personas que le atienden. Es más frecuente que el paciente se muestre agitado con desconocidos. O con determinada o determinadas personas que no le gustan.
A veces, los déficits sensoriales o cognitivos, por ejemplo, cuando se ven afectados la vista o el oído, producen confusión en el paciente y favorecen las alteraciones conductuales.
Otras veces, el detonante es la falta de movilidad, bien por los cambios negativos que lleva consigo la reducción de la movilidad, como es el caso de la necesidad de asistencia para actividades esenciales como el baño; o bien por incomodidad física.
Por último, puede tratarse también de comportamientos causados o favorecidos por efectos secundarios de algunos medicamentos.
Entonces, ¿cómo podemos tratar al paciente con demencia en estas situaciones?
La respuesta no es única. La demencia o el Alzheimer producen importantes cambios en el cerebro, por lo que no es fácil, en ocasiones, apreciar los síntomas y precedir los comportamientos.
Como regla general, el uso de medicamentos, en concreto los antipsicóticos, está cada vez menos aconsejado. Sin embargo, pueden darse situaciones en que resulten necesarios.
Si lo que queremos es una técnica específica explicada paso a paso, o algún tipo de fórmula, no existe. La forma de manejar a los pacientes que se encuentran en esta situación, se orienta más bien al uso de determinadas estrategias, que suelen tener buen resultado y siempre de manera individualizada.
Un consejo es que si algo no funciona, se pruebe otra cosa distinta, hasta conseguir algo que funcione mejor.
– Las estrategias también están bastante ligadas a las causas. Por ejemplo, a la hora de manejar a un paciente es importante identificar la causa de la conducta desafiante. En concreto, si está relacionada con algún padecimiento o con dolor, ya que en este caso puede implicar la existencia de otras enfermedades o lesiones, llagas por inmovilidad, etc. En estos casos, lo procedente es verificar si existe alguna otra complicación y, en su caso, tratarla.
Esta medida beneficia tanto al paciente como a los cuidadores y a las personas que viven con él, en general.
– Aunque a veces se quiera discutir o regañar al paciente, teniendo en cuenta la situación de su sistema cognitivo, no suele servir más que para causarle ansiedad. Así que hay que tener mucha paciencia.
– Puede servir tratar de centrar la atención del paciente en cosas distintas de la que acapara su atención, al tiempo en que se produce un comportamiento no deseado.
– También conviene fijarse si las alteraciones conductuales se producen en situaciones similares, en presencia de la misma persona, etc. Ya que, de esta manera, podemos evitarlos o minorarlos.
– El uso de terapias diversas como la estimulación cognitiva, la fisioterapia o la musicoterapia, entre otras, suelen entretener al paciente y favorecer la disminución de los niveles de agitación. Todas ellas consiguen que el paciente consuma su energía de forma positiva.
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