Se habla de déficit en el desarrollo cuando padres, orientadores, pediatras, psicólogos y otros especialistas detectan dificultades en el desarrollo del niño, que no se engloban en las categorías diagnósticas existentes. Debido a la corta edad de los pacientes, en muchos casos las primeras evaluaciones son acercamientos a diagnósticos que se establecen más tarde.
Qué significa y qué implica un retraso madurativo
Cuando un niño sufre un retraso madurativo, su desarrollo sigue el curso normal del resto de niños, pero cronológicamente es más tardío. Por ejemplo, podría caminar y empezar a hablar más tarde que la mayoría de niños de su edad, pero la evolución del lenguaje y de la marcha seguiría los mismos pasos que el resto.
Precisamente el retraso madurativo se diferencia de otros trastornos infantiles en que no existe una desviación del patrón normalizado de desarrollo. Cuando existe una desviación de este patrón, ya no estamos hablando de retraso madurativo. Por ejemplo, los niños que padecen trastorno generalizado del desarrollo presentan una desviación de la pauta normal de crecimiento en el ámbito de lenguaje e interacción social.
Cuáles son sus características
El déficit en el desarrollo afecta a varias áreas: la motricidad, el lenguaje, el desarrollo cognitivo o la interacción social. Si tan solo una de estas áreas se viera afectada, por ejemplo el lenguaje, lo correcto sería hablar de un déficit en el desarrollo del habla.
Es decir, para poder hablar de déficit en el desarrollo tendrían que darse dos características:
1. Retraso cronológico
El patrón de desarrollo está cronológicamente retrasado en comparación con el de la mayoría de los niños. En este caso, el desarrollo en diversas áreas del niño o la niña es igual al de los demás, pero va por detrás de ellos en unos meses o años. El desarrollo es más lento, pero se sigue la misma línea que la del desarrollo normalizado.
2. Afecta a varias áreas del desarrollo
El trastorno madurativo afecta a varias áreas del desarrollo. Algunas de las áreas del desarrollo que pueden verse afectadas son la motricidad, el lenguaje, la autonomía personal, el control de esfínteres, el desarrollo cognitivo, la comunicación o la interacción social. De presentarse una evolución tardía en, al menos, dos o tres de estas áreas, podríamos hablar de un déficit madurativo.
Detectar y reconocer sus síntomas
Las señales que alertan de la presencia de un déficit en el desarrollo durante el primer año de vida son:
- El pequeño empieza a gatear después de los 12 meses, cuando la mayoría de los niños de su edad están aprendiendo a caminar.
- Tarda más de un año en balbucear sus primeras palabras.
- No señala las cosas que le interesan.
- No muestra interés por los juguetes y los juegos.
- No reacciona cuando le llaman por su nombre o le muestran objetos que deberían despertar su interés.
- No reconoce los sonidos familiares como las voces de sus padres, el timbre de la puerta o del teléfono, el ladrido del perro o las canciones infantiles que escucha a diario.
- No puede imitar acciones o sonidos por más sencillos que sean.
Señales que alertan de la presencia de un déficit madurativo a partir del segundo año de vida:
- Comienza a dar sus primeros pasos cuando los demás niños de su edad caminan desde hace tiempo.
- No se integra con los demás niños de su edad para jugar.
- No reconoce dibujos, objetos o fotos de personas o cosas familiares y cercanas.
- No muestra interés por los juegos imaginarios ni simbólicos, ya que su imaginación se encuentra en un nivel muy incipiente.
- No puede concentrarse en una actividad específica durante más de 10 minutos, pierde rápidamente la concentración o no presta atención a largas conversaciones, actividades, juegos, historias o cuentos.
- No sigue normas sencillas.
- No responde a preguntas demasiado elaboradas ya que su vocabulario es muy reducido.
- No expresa sus emociones ni su estado físico con palabras.
Cuáles son sus causas
El déficit madurativo puede tener diferentes causas. Puede deberse a causas pre-natales (factores genéticos o causas infecciosas u hormonales), post-natales (como un traumatismo) o perinatales.
Determinadas circunstancias en el embarazo o el parto pueden hacer que el proceso madurativo sea más lento, como la prematuridad o bajo peso al nacer.
La falta de estimulación también puede afectar a varias áreas en el desarrollo de un niño. Si un niño sufre otitis muy frecuentes, estas pueden provocar un retraso en el lenguaje. De la misma forma, si un niño dispone de pocas oportunidad de correr, saltar o jugar, puede presentar un retraso en el aparato motor.
Sin embargo, un gran grupo de niños tienen un ritmo de maduración más lento por razones que no siempre se pueden explicar. En estos casos, la causa es desconocida.
¿Es posible recuperar el déficit en el desarrollo?
El trastorno madurativo suele presentar una evolución positiva, especialmente si recibe estimulación adecuada. Los niños afectados pueden desarrollarse y madurar a niveles similares o iguales al del resto de niños y niñas, cuando se dan las condiciones adecuadas. En estos casos este tipo de déficit es temporal y dura un espacio de tiempo indefinido, pero limitado.
Sin embargo, en edades tempranas es muy complejo diferenciar entre distintos trastornos infantiles y dar un diagnóstico temprano puede ser complicado. Hay casos en los que el retraso madurativo termina en un diagnóstico más específico, de manera que no siempre es posible dar respuesta a esta pregunta.
El grado de recuperación, además, también depende de otras variables como el componente genético, la precocidad con la que se inicie la rehabilitación, la respuesta del contexto familiar, escolar y la calidad de la estimulación recibida.
Lo que sí es evidente es que siempre se puede mejorar. Por eso es tan importante la detección precoz y la intervención temprana.
Qué recursos o tratamientos existen
La principal actuación ante un déficit madurativo se basa en la estimulación de las áreas afectadas: lenguaje, motricidad fina o gruesa, autonomía personal, funciones cognitivas, etc. Ante la sospecha de un déficit en el desarrollo del niño, es conveniente comenzar la estimulación de las áreas afectadas cuanto antes, incluso aunque no exista aún un diagnóstico definitivo.
Existen centros de estimulación infantil, denominados Centros de Desarrollo Infantil y Atención Temprana, donde equipos pluridisciplinares formados por fisioterapeutas, psicólogos infantiles, etc. realizan esta estimulación. En los centros escolares también existen diferentes profesionales que pueden trabajar con los pequeños afectados.
También es importante que los propios padres realicen y continúen esta labor en casa, convenientemente asesorados por los expertos. En este caso, deben tener claro que la constancia y continuidad en el tiempo son dos puntos clave en el proceso de recuperación.
Siempre es preferible realizar una estimulación preventiva que perder el tiempo esperando que el niño madure ya que si finalmente esto no sucede, habremos desperdiciado un tiempo precioso. La intervención temprana es clave en estos casos, ya que permite acelerar los tiempos de mejora.
Qué actividades podemos realizar para ayudarles
La valoración psicopedagógica nos indicará qué áreas del desarrollo presentan un déficit y la mejor forma de estimularlas. Los ejercicios propuestos pueden incidir sobre la autonomía personal (el aseo, el vestido, la alimentación, etc.), el lenguaje y la comunicación, la motricidad o las funciones cognitivas (resolver problemas, identificar, asociar, clasificar, seriar, atención, memoria, percepción, etc.)
Hay muchas actividades diferentes que pueden proponerse para tratar el retraso madurativo. Dado que los pacientes son niños pequeños, la mayoría de ellas serán propuestas en forma de juego o actividad lúdica.
Por ejemplo: comparar imágenes para encontrar las figuras idénticas, encontrar la salida a un laberinto, unir fichas o familias de objetos atendiendo a diferentes temáticas, vestir a figuras humanas, realizar ejercicios de baile, actividades de causa y efecto o realizar juegos para desarrollar los reflejos, la memoria o la atención del niño, son algunas de las actividades que suelen proponerse.
Cómo es la evolución de los niños con déficit madurativo
En casi todos los casos en los que el trastorno madurativo no acaba siendo diagnosticado como otra afección diferente, suele afectar tan sólo a los primeros años de vida del niño si éste recibe la atención adecuada. En este sentido, los niños afectados irán alcanzando las etapas adecuadas de desarrollo con total normalidad, pero a un ritmo más lento que los demás niños de su edad.
Esto se explica teniendo en cuenta la variabilidad que existe en la evolución de los niños. No hay una pauta exacta a la hora de lograr los principales hitos del crecimiento, sino una estimación de los tiempos en los que la mayoría de niños de una edad determinada los alcanzan.
Sin embargo, cuando no se trata, el déficit en el desarrollo puede acentuarse y permanecer a lo largo de la infancia, e incluso durante la adolescencia y la juventud
En estos casos la escuela también desempeña un papel fundamental, a la hora de detectar los síntomas que hemos comentado, ya que sin recibir la consideración y atención profesional adecuada, lejos de superar la alteración, las dificultades pueden acentuarse.
En cualquier caso, las revisiones periódicas del diagnóstico inicial son imperativas puesto que en algunos casos el diagnóstico inicial puede tener carácter provisional. Revisarlo es conveniente para comprobar su evolución y afinar la intervención educativa. También es importante para establecer el diagnóstico definitivo y más concreto de las dificultades de un niño.
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