La maternidad es emocionante, pero para muchas mujeres es un estado difícil de alcanzar. Cada año, miles de mujeres logran convertirse en madres gracias a los tratamientos de reproducción asistida. La inseminación artificial y la fecundación in vitro son las dos técnicas más utilizadas.
Dependiendo del caso y en base a los resultados de diversos estudios y analíticas realizados por el especialista en reproducción asistida, se recomendará la técnica que ofrezca las mejores tasas de éxito.
La edad es uno de los factores que determinan cuál de esas dos opciones es más aconsejable. Las probabilidades de lograr un embarazo bajan cada año que pasa, sobre todo a partir de los 35 años. Cumplidos los 40, disminuyen drásticamente, por lo que la fecundación in vitro suele ser la opción más adecuada por su eficacia. Por otro lado, no todos los problemas de fertilidad tienen la misma gravedad o afectan de igual manera. Por todo ello, lo mejor es acudir a un centro de fertilidad y que sea el especialista el que determine cuál es exactamente el grado de dificultad a la hora de quedarse embarazada.
Diferentes tratamientos
De todas formas, repasemos los tratamientos y sus indicaciones generales:
La inseminación artificial es una técnica sencilla. Consiste en monitorizar o inducir la ovulación de la mujer y depositar en el interior de la cavidad uterina el semen, tratado previamente en el laboratorio para mejorar su calidad. Se recomienda a las mujeres que buscan el embarazo solas, a las parejas lesbianas (en ambos casos sería inseminación artificial con semen de donante) y a las parejas heterosexuales jóvenes en las que el semen cumple con unos requisitos y son parejas de buen pronóstico. Suele ser la primera opción por ser la más económica y sencilla, aunque también presenta las tasas de éxito más bajas.
La Fecundación In Vitro (FIV) implica extraer los óvulos de la mujer para realizar la fecundación en el laboratorio y transferir después los embriones. Es una técnica mucho más compleja que la inseminación y requiere de una intervención quirúrgica (la punción folicular), que se realiza bajo una anestesia leve. Además de más complejo, es también un tratamiento más costoso, pero registra mayores porcentajes de éxito.
En la Fecundación In Vitro (FIV) con microinyección espermática (ICSI) se introduce un único espermatozoide dentro del óvulo. Se recomienda cuando el número de espermatozoides es muy escaso, aunque también se aplica en algunos casos de infertilidad femenina y en fallos de fecundación.
La ovodonación o tratamiento con óvulos donados consiste en fecundar óvulos de una donante anónima con los espermatozoides de la pareja o de un banco de semen. Se aconseja a mujeres que no logran el embarazo por una menopausia precoz, una mala calidad ovocitaria, un fallo repetido de la fecundación in vitro o por ser portadoras de enfermedades genéticas, entre otras causas.
En resumen, no existe una técnica mejor que otra, sino que todo depende de las características y circunstancias de cada paciente. El tipo de problema de fertilidad, la edad y los deseos sobre el número de hijos a tener son solo algunos de los factores que influyen a la hora de someterse a una técnica u otra. Por ello, es primordial acudir a un centro de reproducción asistida que personalice al máximo los tratamientos de fertilidad.
Fotos | iStock / KatarzynaBialasiewicz / nevodka
Actualmente no hay ningún comentario sobre este tema.
¡Sé el primero en hacerlo!