“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”, dijo el filósofo Ludwig Wittgenstein. Los trastornos del lenguaje engloban una multitud de aspectos que pasan por cuestiones como el habla, la gramática, el vocabulario o procesos como la comprensión o la expresión.
Estas alteraciones pueden ser síntomas secundarios de algún trastorno general del desarrollo como el autismo o el síndrome de Down, pero existen niños que en su crecimiento normal pueden padecer problemas específicos de adquisición del lenguaje. En estos últimos casos, los más habituales, el espectro de problemas es muy amplio y van mucho más allá de la incorrecta pronunciación de la erre.
Principales trastornos y cómo detectarlos
En lo que se refiere al lenguaje expresivo, pueden presentarse dificultades en la elaboración de frases simples o a la hora de contar una historia y conjugar verbos. En cuanto al ámbito de la comprensión, es posible que los problemas pasen inadvertidos en el niño hasta que se presenta la etapa de la lectura.
En la mayoría de los casos los padres acuden a la consulta del logopeda por problemas articulatorios en el habla. Estos pueden tener una base neurológica u orgánica, como una disfunción o una anomalía cerebral en las regiones asociadas al desarrollo del habla, o bien defectos físicos en los órganos periféricos como la lengua, la mandíbula o los dientes. Cuando el componente no es orgánico, sino funcional, se habla de dislalias, que se derivan de aspectos como una mala coordinación de los órganos que intervienen en el habla, mala respiración, tensiones o nervios.
Si observamos que nuestro hijo no comprende o no se expresa de forma apropiada para su edad, no gesticula, no socializa o no habla como el resto de los niños, es aconsejable acudir al especialista. Muchas veces los padres intuyen que el desarrollo del lenguaje no es el normal, pero deciden esperar ante las afirmaciones de “ya hablará” o «aún es pequeño».
Desde el nacimiento hasta los seis años se da el periodo de mayor plasticidad cerebral, por lo que es primordial una intervención temprana, siempre que existan indicios de retraso, pues aporta mejores pronósticos que si, por el contrario, se espera. A medida que los niños van creciendo, las dificultades a las que se enfrentan son cada vez mayores, no solo en lo referente a la comunicación, sino también a la socialización, el desarrollo emocional y el aprendizaje escolar.
Hitos de evolución del lenguaje
Para identificar posibles anomalías es necesario conocer en primer lugar el proceso de adquisición normal del lenguaje y sus diversas etapas. Estos son los principales aspectos que deben observar los padres en el desarrollo comunicativo de sus hijos, según explica Víctor Acosta, presidente de la Asociación Española de Logopedia, Foniatría y Audiología (AELFA):
- Primer año y medio de vida. Durante este periodo los bebés emplean estrategias cada vez más sofisticadas para comunicarse con los padres. De los llantos más iniciales se pasa a las sonrisas como reclamo, los gorjeos, la anticipación gestual ante los primeros juegos (cucú-trastrás) y al juego con los sonidos a través de secuencias sonoras. Estas incluyen primero las vocales, luego las consonantes y, más tarde, se produce la combinación de ambas. Si al año y medio el niño solo usa vocales es el primer síntoma de que algo no va bien.
- Entre los 18 y los 24 meses. Es una etapa muy importante porque los niños ya comienzan a usar palabras. A esta edad emplean varias palabras y empiezan las primeras combinaciones de dos palabras que constituyen ya los inicios incipientes de la sintaxis. La falta de combinación de palabras es un marcador clínico claro de que el niño es candidato a sufrir un trastorno del lenguaje.
- De los 2 a los 4 años. Es la etapa de la explosión lingüística, en la que se emplea cada vez más vocabulario y que permite que de un mes para otro pueda aprender a construir oraciones simples (sujeto, verbo y objeto).
- A partir de los 4 años. La construcción del lenguaje oral es más elaborada y a los 5 años ya existe una complejidad que les permite contar experiencias y narrar pequeñas historias.
El inicio de la escolarización a los tres años supone uno de los momentos claves de la detección de los problemas. A los dos años el niño ha adquirido entre 100-200 palabras, que utiliza sueltas, en frases cortas o como palabra frase para relacionarse con su entorno. Este repertorio se multiplica sorprendentemente por diez en un año, llegando a las 1.000-1.500 palabras, estando así en plena explosión del lenguaje.
En esta etapa es fundamental que el niño tenga interés por comunicarse y se suceda lo previsible en esta fase de evolución del lenguaje: construcción de vocabulario, combinación de palabras, explosión lingüística y frases cada vez más elaboradas. De no ser así, habría que tomar medidas y no esperar.
Tratamientos y soluciones del habla
Los tratamientos del lenguaje son generalmente largos y dependerán de cada niño y del problema que padece. En muchas ocasiones, cuando los padres ven una progresión positiva rápida del menor, abandonan el tratamiento, lo que hace que los problemas se vuelvan a presentar.
Aunque cada caso es diferente y no se puede establecer una norma general, los trastornos en el habla funcional (dislalias), que suelen tener un mejor pronóstico, se pueden corregir en dos o tres sesiones a la semana durante dos o tres meses.
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