La biología es tozuda: a partir de los 35 años son mayores los problemas para concebir y los riesgos asociados al embarazo (abortos, partos prematuros, malformaciones y anomalías cromosómicas en el niño; hipertensión y diabetes gestacional en la madre). Sin embargo, cada vez más mujeres postergan su maternidad más allá de esa frontera fisiológica por variadas razones económicas y sociales, como las dificultades para encontrar un trabajo y una pareja estables, consolidar la carrera profesional o, sencillamente, disfrutar de la vida sin ataduras.
En las últimas décadas se han producido muchos avances médicos gracias a los cuales el embarazo en etapas avanzadas es hoy viable y más seguro. A ello hay que sumar que las mujeres que han retrasado su maternidad se encuentran generalmente en excelente estado de salud, por lo que pueden esperar embarazos saludables.
Es cierto que, biológicamente, es mejor tener hijos entre los 20 y los 30 años, la etapa más fértil de la mujer y la que suele presentar menos complicaciones para afrontar la gestación. Sin embargo, alumbrarlos en los 40 o más allá también tiene sus ventajas:
- Normalmente, los bebés nacidos de madres maduras son especialmente deseados. Estas parejas suelen planificar más el momento de formar una familia, por lo que la mujer establece un vínculo muy fuerte con su futuro hijo incluso antes de que se produzca el embarazo. Además, este vínculo las ayuda después a aceptar su rol de madres sin problemas.
- Estas mamás viven y sienten de una manera especial su gestación porque, por lo general, las ha costado más que se produzca, en muchos casos tras largos tratamientos de reproducción asistida, pues, por encima de los 40, la fertilidad se encuentra claramente comprometida.
- La paternidad tardía implica que los progenitores tienen ya una carrera profesional consolidada, lo que suele ir acompañado de una mayor seguridad económica y facilidad para acogerse a jornadas laborales flexibles.
- La preparación emocional para la paternidad es mejor cuando ya se tienen ciertos años, frente a las inseguridades, las dudas y otros problemas asociados a la gestación de hijos en edades más tempranas.
- Los padres mayores no suelen tener la sensación que tienen muchos padres muy jóvenes de no haber podido desarrollar otras facetas de su vida. En este caso, su bebé no habrá frenado sus sueños, sino que los habrá hecho realidad.
Un estudio publicado en la revista Human Reproduction en 2012 entrevistó a parejas y madres solteras que tuvieron descendencia de los 40 en adelante, y los encuestados destacaron como algunas de las principales ventajas la preparación emocional y la estabilidad económica. Entre las desventajas, figuraban el tener que recurrir con frecuencia a técnicas de reproducción asistida; las dificultades para ampliar la familia; una menor energía para la crianza que cuando se es más joven; o el pensamiento inevitable de que se perderán buena parte de la vida adulta de sus hijos que si los hubieran tenido antes.
Balance riesgos-beneficios
Otra investigación publicada en el número de marzo de 2016 de la revista Population and Development Review encontró que los niños nacidos de madres mayores son más altos, menos propensos a abandonar la escuela y tienen más probabilidades de asistir a la universidad que sus hermanos nacidos antes que ellos. Para el estudio, sus autores, Mikko Myrskylä, del Instituto Max Planck para la Investigación Demográfica, y Kieron Barclay, de la London School of Economics, recolectaron datos de más de 1.500.000 suecos nacidos entre 1960 y 1991. Según explica Myrskylä, un niño nacido en 1990 tiene, por ejemplo, mayores posibilidades de ir a la universidad que un hermano que nació 20 años antes, cuando su madre tenía 20, y no 40. «Esas dos décadas hacen una gran diferencia».
Entonces, ¿son mayores los riesgos o los beneficios? Habrá que sopesar unos y otros, y en todo caso, dependerá de a quién se le pregunte y de sus circunstancias. Lo que es indudable es que los riesgos no se pueden pasar por alto y los padres deben estar informados. Sin embargo, en una sociedad en la que se tienen los hijos cada vez más tarde, con una creciente esperanza de vida y prometedoras técnicas de reproducción asistida, quizás convenga, como opina Myrskylä, “desarrollar una perspectiva diferente respecto de la maternidad a una edad avanzada”.
Alexandra