Aprender a nadar: cómo comenzar
-PASO 1: Lo primero a hacer para aprender a nadar es no tenerle miedo al agua, y normalmente, si es tratado con naturalidad, los niños no la tienen. Pero antes de ir a cualquier piscina, recomendamos enseñar al niño/a a respirar en una bañera. Para ello, un truco muy sencillo es enseñarle a coger aire por la nariz y hacer burbujas dentro del agua, de esta manera, lo verá como un juego y el aprendizaje será más rápido. Una vez que esté familiarizado/a con la respiración, ahora sí, se le debe llevar a una piscina; escogiendo una zona que cubra poco para minimizar los riesgos.
-PASO 2: Una vez hayamos cumplido el primer paso, el segundo consiste en enseñarle a mover las piernas. Este es de los pasos más importantes, ya que es el movimiento de piernas lo que le mantendrá a flote. Aprender esto no es demasiado complicado, ya que es un movimiento que se suele realizar de manera instintiva. Lo que tendrás que hacer es sumergirte con el niño/a (recuerda, en una zona que no cubra mucho y en la que hagas pie) sujetándole por la cintura, y manteniéndole en vertical y perpendicular al agua.
Cuando lo hagas, verás que empieza a mover los pies por si solo/a, siendo tu tarea la de corregir el movimiento si lo vieses inefectivo para la flotación. En el caso de que se quede impasivo/a en el agua y no mueva las piernas, deberás incitar su movimiento.
-PASO 3: El tercer paso consistiría en enseñarle a mover los brazos. Para ello, deberás repetir la postura anterior, es decir, mantener al niño/a sujeto por la cintura de manera vertical y perpendicular al agua. Una vez estemos en esta postura, un buen truco para enseñar el movimiento de los brazos es enseñarle a chapotear.
De esta manera, se acostumbrará a este movimiento y lo enlazará instintivamente al hecho de nadar, lo que le será de gran ayuda cuando deba de nadar solo/a, ya que el apoyo de los brazos es clave para conseguir una consistencia en el nadado.
Aprender a nadar: últimos pasos
-PASO 4: El cuarto paso consiste en combinar los pasos anteriores, logrando que tu hijo o hija consiga un equilibrio en todos los movimientos anteriores y la capacidad para poder ejercerlos a la vez sin que ninguno de ellos interceda con otro. El movimiento de brazos y piernas seguramente lo haga por el simple hecho de estar en al agua, pero coordinarlo con la respiración puede ser más problemático.
Para ello, debes avisar al niño/a de que le vas a sumergir, y después sumergirlo muy lentamente e, inmediatamente, hacerlo dos o tres veces más para que vaya acostumbrándose, todas ellas con la misma lentitud.
– PASO 5: El último paso es el más difícil, pero no para los niños, sino para los padres: soltar al niño para que haga todo lo que le hemos estado enseñando anteriormente. Para ello, solamente debes colocarte a su lado, cogerle igual que le coges en las lecciones de nado, avisarle de lo
Una vez que le has soltado debes estar vigilándole; porque normalmente, de la impresión que resulta de mantenerse a flote solo por primera vez, seguramente no le salga bien. Así, si le ves que se hunde, le coges, os movéis un rato juntos, y le vuelves a soltar.
El aprendizaje ya realizado y el instinto de mantenerse a flote harán que pueda nadar, pero la confianza en ello es lo que más frena, por lo que hay que tener paciencia en este último paso y repetirlo las veces que sean necesarias hasta obtener un resultado satisfactorio.
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