La alimentación consciente consiste principalmente en ser actores activos en nuestra alimentación y tomar las riendas de nuestra dieta. Con esto, se pretende prestar más atención a lo que se come, haciendo especial énfasis en las cantidades y diferentes alimentos que ingerimos, siendo ideal conseguir una dieta equilibrada.
Es decir, hay que convertir el tiempo de comer en un tiempo exclusivo para ello y dedicado exclusivamente a la comida. A partir de esto, surgen dos conceptos claves que están directamente ligados a la alimentación consciente: el autocontrol y la atención plena.
Autocontrol y autoconsciencia: claves en la alimentación consciente
El autocontrol y la autoconciencia son dos conceptos básicos en la alimentación consciente. Esto se debe a que para tener el control de nuestra alimentación debemos, en primer lugar, evaluarnos internamente. ¿Qué nos gusta? ¿Realmente tenemos hambre? ¿A qué se deben las ganas de comer que tengo? Porque seamos sinceros, no siempre comemos por hambre. En muchas ocasiones, comemos por ansiedad, por aburrimiento, o simplemente, porque tenemos comida delante, simple gula.
Para tomar el control de nuestra alimentación, debemos hacer un trabajo de reflexión interna para aprender a diferenciar las diferentes motivaciones que suscitan nuestro hambre. Y con este trabajo, una vez diferenciadas las motivaciones de ansiedad o aburrimiento, debemos descartarlas, y centrarnos en las ganas de comer por tener hambre, pues son éstas las que son beneficiosas para nuestra salud.
Otro punto importante es el aprender a rechazar comida. No siempre que nos ofrezcan debemos aceptarla, sino que con un autocontrol trabajado seremos capaces de rechazar la comida cuando no nos conviene, o cuando esa ingesta supondrá un desequilibrio en nuestro ciclo digestivo.
Atención plena
También es un concepto muy importante en la alimentación consciente el hecho de centrarnos en la alimentación, o en otras palabras, ejercer una atención plena durante nuestra alimentación.
Cuantas veces, mientras comemos, estamos pensando en otras cosas, o directamente haciendo otras cosas. Demasiadas, los tiempos que dedicamos a comer deberíamos dedicarlos únicamente a comer, centrándonos en cada bocado, cada textura, cada sensación. Hay que hacer de cada comida una experiencia y disfrutar de ella, ya que el comer debería ser placentero, y el placer necesita de nuestra atención.
También deberíamos comer sin prisa, entender que la hora de comer es un espacio en nuestra agenda que no puede ser aplazado o acortado, ya que para poder disfrutar plenamente de nuestra alimentación necesitamos tiempo.
Haz pausas entre plato y plato, o incluso entre bocado y bocado. Algunos sabores necesitarán más tiempo para ser procesados, y las nuevas sensaciones deberían tener el tiempo que necesitan para sorprendernos gratamente.
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