Siempre hablamos de que incluir el ejercicio físico en nuestras rutinas diarias es fundamental para encontrarnos mejor física y mentalmente. Además, puede que lo que comenzó siendo una caminata de 30 minutos al día simplemente por sentirnos mejor, fuese cogiendo intensidad y se transformara en carreras de pocos kilómetros, a lo que fuimos sumando unos ejercicios de fuerza… hasta llegar a convertirnos en lo que somos; en deportistas. Y aunque el ejercicio es necesario y retarnos a nosotros mismos es excelente, también implica que todos los deportistas deben estar atentos a su salud para corroborar que se encuentran sanos. Y la bradicardia puede ser una alarma.
Pero, ¿qué es la bradicardia?
La bradicardia se define como el ritmo cardíaco más lento de lo que es considerado normal o en la media, es decir, por debajo de las 60 pulsaciones por minuto en reposo; mientras la media habitual de una persona sana está entre las 60 y las 100 pulsaciones por minuto.
Pero, para los deportistas, este descenso de pulsaciones puede ser algo bastante normal debido a la cantidad del ejercicio practicado y a las exigencias del mismo.
Esta anomalía del ritmo cardíaco puede ser totalmente asintomática y que el deportista, aunque la esté padeciendo, no sienta nada, por lo que también será muy complicado diagnosticarla. Por ello, si practicamos deporte con cierta intensidad es imprescindible que nos realicemos análisis, pruebas de esfuerzo… Sin embargo, la bradicardia es una forma de arritmia que, como cualquier otro trastorno de la frecuencia cardíaca, puede conllevar mareos, palpitaciones, e incluso dolor en el pecho, aunque la fatiga es uno de sus principales síntomas.
¿Cómo hay que tratar la bradicardia?
Una vez diagnosticada la bradicardia, aunque es probable que no afecte gravemente al que la padece, se hace imprescindible poner medidas para mejorarla y para que el deportista se sienta mejor. Especialmente si quiere seguir practicando su deporte favorito sin temores. Por ello, es frecuente recetar fármacos que aumenten la frecuencia cardíaca, y en casos más notorios incluso recomendar el uso de un marcapasos.
Además se hará fundamental cuidar nuestra alimentación y ser conscientes de que alimentos permiten que tengamos un corazón más sano. Pero, aunque la bradicardia no es beneficiosa para los deportistas, existen sectores de la población para los que sí puede ser una ventaja.
Según un estudio de la American Journal of Cardiology, «las bradicardias asintomáticas pueden ser un buen síntoma en personas mayores de 60 años».
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