Todos los días somos conscientes de cuidar nuestra salud bucal cepillándonos los dientes tras las comidas, aplicando hilo dental, usando irrigadores… Pero aunque un buen cuidado de nuestra boca casi asegura su salud, en ocasiones pueden surgir problemas bucales que necesiten un tratamiento más específico. El problema más común son las caries (y, si ésta es profunda y está afectando al nervio, sino será suficiente con una reconstrucción o empaste) por ello, suelen practicarse las endodoncias.
¿Para qué se utiliza una endodoncia?
Una endodoncia es una intervención en un diente para lo que popularmente se conoce como ‘matar el nervio’. Y sí, las caries son el problema más común para realizar estas intervenciones pero existen otros como el bruxismo (que va generando un desgaste de los dientes por el roce entre ellos por ejemplo al dormir o en periodos de estrés), cuando un diente se ha golpeado y está generando malestar en el día a día como dolor intenso al ingerir alimentos muy fríos o muy calientes, o cuando está presente una infección que también puede estar producida por una caries.
La endodoncia se convierte así en la mejor opción para salvar los dientes dañados antes de que no haya más remedio que acudir a la extracción, ya que esta es siempre la última opción porque, por ejemplo, podría suponer dejar un espacio en nuestra boca que afectaría a la mordida. En realidad, la endodoncia es la única manera de salvar a un diente sin tener que recurrir a un implante.
Por eso, ante una caries profunda o cualquier molestia que esté afectando e inflamando los nervios de la boca es imprescindible consultar al odontólogo para que valore si es necesaria la endodoncia.
¿Cómo es una sesión de endodoncia?
La sesión en la que se realice la endodoncia, normalmente bastará con una, pasa por tres fases como indica Sanitas Dental. En la primera se procede a anestesiar la zona con anestesia local y, tras esto, se realizará la apertura en la pieza dental (concretamente en la corona del diente) o se aprovechará si ya existe un espacio (como una caries) para acceder y extraer la pulpa (limpiar el conducto donde se encuentra el nervio y desinfectarlo); sellando posteriormente esta apertura.
La segunda fase pasa por insensibilizar y aislar el resto de la boca para que no se vea afecta por los productos de desinfección (el aislamiento se hace inmediatamente después de la anestesia). Y la tercera, consta del seguimiento posterior a la intervención que ayudará a evaluar el estado de la misma. Es importante tener claro que tras esta intervención el diente sobre el que se ha realizado la endodoncia no tendrá ninguna diferencia con los demás y será igual de resistente. (no es igual de resistente, es bastante más débil ya que ha perdido la vitalidad, de hecho por eso la mayoría de las veces tras la endodoncia se recomienda restaurar el diente con una incrustación o con poste y corona)
Realizar una endodoncia es un proceso habitual que siempre evitará males mayores, pero la mejor opción para tener una boca sana es cuidarla día a día y acudir de forma periódica al dentista para que pueda evaluar su estado y actuar tempranamente en caso de que sea necesario, ya que, ante una caries profunda o cualquier complicación, la endodoncia puede ser el recurso más cómodo y exitoso.
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