Cuando pensamos en arreglarnos los dientes muchas veces lo hacemos por una razón estética, o bien por evitar alguna molestia que nos producen, pero hay que tener en cuenta otro motivo no menos importante, el de mantener una buena higiene y salud bucodental. La ortodoncia es la solución para muchos problemas de dentadura, te contamos en qué casos te resultará útil y cómo.
La ortodoncia es para ti si…
Tener unos dientes mal alineados o apiñados hace que limpiarlos resulte más complicado, pudiendo derivar en caries, enfermedades de encías o incluso pérdidas de piezas dentales. Cuando los dientes no encajan, la mandíbula no cierra bien y esto puede provocar una mala masticación, tensión en la zona y dolores de cabeza.
Los problemas dentales más comunes son el apiñamiento, cuando los dientes están montados por no disponer de espacio, la línea media desplazada, cuando la parte inferior no se alinea con la superior, los diastemas o dientes separados y los diferentes tipos de incidencias en la mordida, como la sobremordida, la mordida cruzada y la mordida abierta. En la primera los dientes superiores cubren los inferiores en exceso, en la segunda, también llamada invertida, son los inferiores los que están demasiado adelante, y en la última los dientes no se tocan al cerrar la boca.
Estos síntomas son fáciles de reconocer, aunque también es recomendable consultar con un ortodoncista si notamos dolor y tensión en la mandíbula, se nos queda comida entre los dientes a menudo o seguimos una correcta higiene bucal pero tenemos mal aliento, ya que quizá hay alguna zona inaccesible en la que permanecen restos de alimentos, sin que nos demos cuenta.
Cuanto antes mejor, pero nunca es tarde
Dentro de los tratamientos ortodóncicos existe la ortodoncia interceptiva, que se aplica a niños en época de desarrollo, para corregir problemas que se están produciendo en ese momento, y la ortodoncia correctiva que tiene lugar a posteriori. La edad ideal para tratar los problemas de dentadura es entre los 7 y los 8 años, cuando se van desarrollando los maxilares.
Las revisiones determinarán en qué casos se necesita ortodoncia, siendo más efectiva cuanto antes se detecte y se inicie el tratamiento. La adolescencia temprana también cuenta con potencial de crecimiento y sigue siendo una etapa óptima, pero una vez pasada, tampoco hay que renunciar a unos dientes bonitos y alineados.
Es muy probable que necesitemos más tiempo para conseguir resultados, la media está entre los 18 meses y los 3 años, pero la ortodoncia en adultos funciona y hay diferentes alternativas para que resulte más cómoda.
Soluciones adaptadas a necesidades y gustos
En la ortodoncia se pueden usar diferentes tipos de brackets: los metálicos, de toda la vida, los estéticos de cerámica, con un color muy parecido al de las piezas dentales, los de zafiro casi imperceptibles, y por último la ortodoncia removible, que puede ser infantil, para usarla por las noches o bien invisible, fabricada con un material transparente, de aspecto similar al plástico.
La ortodoncia fija suele requerir menos tiempo de tratamiento, tiene menos riesgo de sufrir roturas o pérdidas y en algunos casos muy complicados es la única alternativa disponible. La ortodoncia removible se puede quitar para comer, cepillarnos los dientes o en algún momento puntual como practicar deporte, lo que la hace más adaptable a nuestro día a día.
Respecto a la estética, ambas ofrecen la opción de ocultarse a la vista, aunque actualmente no es extraño ver a personas de todas las edades luciendo brackets visibles. Los famosos los pusieron de moda, por lo que es una cuestión de gustos decantarse por una alternativa u otra.
La mejor forma de saber qué tratamiento ortodóncico es el que más nos conviene es acudir a un especialista en ortodoncia, para que nos haga una revisión y nos asesore sobre la modalidad adecuada, el tiempo que deberemos llevarla o qué resultados podemos esperar.
Masticar bien, no sentir dolor de mandíbulas o de cabeza, deshacernos de los problemas al cepillarnos los dientes o simplemente disfrutar de nuestra sonrisa cuando nos miramos al espejo, son mejoras que aumentan nuestra calidad de vida y bienestar general. En cuestión de salud bucodental, la frase “más vale tarde que nunca”, cobra todo el sentido.
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