Tener miedo al dentista puede ser un obstáculo considerable para mantener una buena salud dental, y no son pocas personas las que lo padecen. Según reflejan varios estudios se ve afectada, nada menos, que entre un 10% y un 40% de la población, dependiendo del país.
Entre las claves para superar este temor, también llamado ansiedad dental, está comprenderlo y aprender a manejarlo. ¿Cómo? Te lo contamos a continuación.
Primer paso, conocer nuestros temores
Entender los motivos que nos llevan a sentir pánico, nerviosismo o ansiedad antes de ir al dentista o durante la consulta es el primer avance para poder afrontar el momento con tranquilidad. Esta fobia suele tener su origen, mayoritariamente, en la niñez, y aunque puede iniciarse por múltiples causas, gran parte de ellas están relacionadas con experiencias desagradables previas o a través de lo que hemos aprendido en nuestro entorno familiar y cercano, si nos han transmitido la idea de que visitar al dentista es algo traumático y doloroso.
Este tipo de información, muchas veces sin una base real, solemos mantenerla durante demasiado tiempo, por ejemplo, evitando acudir a la consulta. Esta es una actitud que se acaba convirtiendo en el pez que se muerde la cola, ya que al dejar de ir al dentista el estado de nuestra boca empeora, con lo que las posibilidades de necesitar un tratamiento más largo y difícil también aumentan, y esto, a su vez, incrementa el miedo.
Por otra parte, la ansiedad dental también disminuye nuestro umbral de tolerancia al dolor, así que podemos acabar percibiendo el tratamiento de forma más negativa a como realmente ha sido, sobre todo cuando el miedo nos hace estar más tensos, o incluso entorpecer la labor de los profesionales.
Y ahora, ¿cómo me quito el miedo al dentista?
Identificar nuestros temores y ser conscientes de “qué nos decimos” para asustarnos, contribuye a que podamos empezar a cambiar nuestras creencias respecto al dentista. En ese sentido cuanta más información contrastada y rigurosa tengamos mejor, así como también es esencial confiar en el especialista que nos va a tratar, contarle lo que nos ocurre e incluso acudir a su consulta varias veces para comprobar cómo el resto de pacientes entra y sale sin padecer ningún tipo de percance de los que habitan en nuestra imaginación.
En un post anterior comentamos varios métodos para relajarnos antes de visitar al dentista, como pensar que está ahí para ayudarnos, ver cómo trabaja, acudir acompañados, escuchar música o tener alguna distracción, un método que funciona muy bien sobre todo con los niños.
Saber que tenemos el control de la situación, algo que debemos pactar de antemano con nuestro dentista, también ayuda a superar el miedo. Una investigación que recoge la experiencia de doctores australianos demostró que una de las técnicas más eficaces consistía en permitir al paciente (en estos casos menor) detener el procedimiento cuando no se sintiera cómodo.
Más recursos: ayuda profesional
Si después de seguir estos consejos seguimos sintiendo ansiedad, miedo o incluso síntomas fisiológicos como temblores o sudor, es recomendable comentárselo al odontólogo y/o acudir a un especialista, psicólogo o psiquiatra, para que nos ayude a superar la fobia, ya sea mediante técnicas cognitivas, que contribuyan a modificar nuestros pensamientos negativos, o bien enseñándonos cómo controlar la ansiedad, con o sin medicación (prescrita siempre por el odontólogo o el psiquiatra), dependiendo de cada caso.
Estos profesionales nos servirán de guía y apoyo en la exposición gradual a la consulta del dentista, que combinada con métodos de relajación y refuerzos positivos da muy buenos resultados, por lo que no hay que dudar en acudir a ellos en caso de que valoremos que es necesario.
Afrontar la situación temida, de forma repetida, contribuye a crear un hábito y que el miedo se debilite. Además la experiencia nos servirá para darnos cuenta de que la información que almacenamos en nuestra memoria, sobre todo de contenido emocional, no se corresponde con lo que después ocurre en la consulta, haciendo que cada vez nos afecten menos las creencias que nos generan malestar o angustia.
En un principio puede parecer que la ansiedad dental no nos perjudica demasiado en nuestro día a día, pero no hay que olvidar que a largo plazo sí que tiene consecuencias negativas en algo tan imprescindible como cuidar de nuestra salud dental, uno de los pilares de nuestro bienestar. La buena noticia es que podemos superarla, solos o con ayuda, pero es muy importante que no dejemos el tema pasar y nos pongamos manos a la obra cuanto antes.
Dolors