Uno de los problemas que más nos preocupa a la hora de relacionarnos en sociedad es el del mal aliento o halitosis, un problema de causas diversas que nos puede hacer sentir inseguros e incluso puede desembocar en problemas de autoestima. Analizamos las causas y las posibles soluciones que podemos dar a este problema.
¿Cuáles son las causas del mal aliento?
Antes de nada debemos tener claro que la halitosis o mal aliento no es una enfermedad en sí, sino una posible consecuencia de algunas enfermedades. El mal aliento se origina en la gran mayoría de las ocasiones debido a problemas en la boca, nariz o garganta. En el caso de la boca, puede estar asociado a un problema de higiene: cuando no limpiamos bien nuestra boca (no solo dientes, sino también lengua y encías) podemos dar lugar a la acumulación de bacterias en esta parte del cuerpo. El proceso de putrefacción de estas bacterias da lugar al mal olor en nuestra boca.
Las enfermedades bacterianas de la zona de nariz, boca y garganta, tales como la sinusitis, la tonsilitis o la rinitis, pueden ser también causantes de la halitosis. También las personas con escasa salivación pueden sufrir de mal aliento: roncar o respirar por la boca son acciones que provocan que las mucosas se resequen y que aparezcan bacterias.
Otro tipo de causas están asociadas a enfermedades del sistema respiratorio (neumonías, bronquitis), enfermedades metabólicas (sobre todo la diabetes) o enfermedades del tracto estomacal (como la oclusión intestinal).
¿Cómo acabamos con el mal aliento?
Lo más importante es mantener una higiene bucal adecuada y regular: debemos limpiar nuestros dientes después de cada comida (mínimo 3 veces al día) y, además del cepillo y la pasta dentífrica, no podemos olvidar el hilo dental y el enjuague bucal. Con el hilo dental limpiamos los espacios interproximales (el espacio que queda entre los dientes), un lugar donde es muy difícil llegar con las cerdas del cepillo y donde es muy fácil que se acumulen bacterias. El enjuague bucal usado de forma diaria nos ayuda a limpiar la parte de abajo de la lengua, la cara interna de las mejillas y el paladar, lugares incómodos de limpiar con el cepillo. No olvides tampoco cepillar bien la lengua e incluso usar un cepillo especial (raspador) si fuera necesario.
Cuando el problema proviene de la sequedad y poca salivación de la boca, generalmente se recomienda beber mucha agua, chupar caramelos o masticar chicles de menta (presta atención a que sean sin azúcar). El hecho de masticar o degustar un caramelo activará los mecanismos de salivación, pero el efecto pasará en cuanto dejemos de hacerlo. Es un pequeño parche que podemos utilizar en alguna situación concreta, pero no una solución definitiva.
Remedios populares contra el mal aliento
- Infusiones: un clásico para luchar contra el mal aliento son las infusiones de distintos tipos. Podemos prepararlas de tomillo, de anís, de hiebabuena, de menta… y tomarlas después de las comidas para facilitar la digestión y evitar así el mal aliento de origen estomacal.
- Enjuagues bucales naturales: otra forma de refrescar la boca y acabar con el mal olor son los enjuagues naturales, elaborados con elementos que todos tenemos en casa como el vinagre de sidra o de manzana rebajado con agua, infusión de salvia roja (en el caso de que el mal aliento se produzca por un problema de encías) o infusión de perejil con clavos de olor entero (colamos la infusión y la utilizamos como enjuague bucal).
- Después de comer: algo muy socorrido para evitar el mal aliento después de las comidas, sobre todo si hemos consumido alimentos con un olor fuerte como el ajo, es masticar granos de café, una ramita de canela o una flor de anís. De este modo nuestra boca quedará fresca y sin olor.
De todas maneras, recuerda que quien mejor puede orientarte para conocer el origen del mal aliento y su remedio es tu dentista: acudir a su consulta y plantearle tu problema puede ayudarte a poner fin a este mal.
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