Si hace unos años los tatuajes y las perforaciones quedaban relegadas a determinadas tribus urbanas, en la actualidad son muchas las personas de diferentes edades, condiciones y clases sociales que lucen en su piel diseños y pendientes. Una de las zonas más requeridas para realizar las perforaciones o piercings es la boca: la lengua y el labio inferior son los lugares más demandados para lucir un pendiente, aunque también pueden hacerse en lugares tan insospechados como los frenillos bucales.
Cosas que debes saber antes de hacerte el piercing
Lo hagas donde lo hagas, es un proceso doloroso: al fin y al cabo no deja de ser una perforación en tu cuerpo. Tanto la lengua como el labio son partes de nuestro cuerpo extremadamente sensibles, por lo que es muy posible que sientas dolor y que se inflamen después de colocar el pendiente (por eso en un primer momento se colocan pendientes más grandes de lo habitual, que habrá que cambiar unas semanas después, cuando la inflamación haya disminuido).
Elige bien el lugar de tu cuerpo en el que quieres realizarlo y escoge un profesional de confianza para hacer la perforación. Siempre deben trabajar con material esterilizado y con agujas especiales para piercing (las más comunes son las agujas tribiseladas y perforadas) que nos aseguren un resultado perfecto.
Cómo cuidar el piercing una vez está hecho
Si tu lengua o tu labio se inflaman durante los primeros tres o cuatro días, no te asustes: es algo bastante habitual en el proceso de cicatrización. Sí debes extremar tu limpieza bucal durante las primeras semanas: recuerda cepillarte los dientes después de cada comida y, como mínimo, tres veces al día, y utilizar siempre un cepillo suave de cerdas blandas y un enjuague bucal antiséptico, como la clorhexidina.
Durante los primeros días es recomendable no fumar, comer chicle o beber alcohol para evitar las posibles infecciones de la perforación. Intenta comer poco a poco, sin introducir grandes cantidades de alimentos en tu boca, y mantente bien hidratado bebiendo unos dos litros de agua al día.
Las posibles complicaciones de los piercings bucales
La complicación más frecuente cuando hablamos de piercings bucales es la inflamación de las encías o recesión gingival: son habituales en los portadores de piercings labiales, que están en contacto directo con las encías, y pueden provocar la movilidad de los dientes e incluso la pérdida a largo plazo de las piezas dentales.
Otra de las complicaciones provocadas por los piercings en la boca es la rotura de piezas dentales debido a los golpes que se producen al «juguetear» con el piercing dentro de la boca. Se pueden producir tanto pequeñas fracturas en el esmalte como otras de mayor importancia en la corona del diente, que supondrá una reconstrucción dental bastante costosa.
En el caso de los piercings linguales, es posible que la perforación afecte a la lengua a nivel nervioso o incluso modifique nuestra forma de percibir los sabores.
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