Cuando un diente de leche se cae suele ser porque el diente definitivo está debajo, empujando, o bien delante o detrás, diciendo que ya le ha llegado su hora de aparecer en escena.
El espacio que deja uno, lo ocupa el otro, y en consecuencia no hay problema de apiñamiento.
Sin embargo, en ocasiones se pierde un diente temporal por otras razones, antes de tiempo, y entonces queda un espacio que aún no será ocupado por el diente definitivo y que puede ser aprovechado por los otros dientes. Para evitar esto, para evitar que los dientes se muevan hacia ahí y luego se produzca un apiñamiento con el diente definitivo, se pueden usar los mantenedores de espacio.
Dientes que caen antes de tiempo
Puede ser por un traumatismo o por una caries tan importante que el diente acabe dándose por perdido. El caso es que si el diente cae antes del momento en que la naturaleza lo haría caer, queda un espacio en la encía que puede promover el movimiento de los dientes que estaban al lado. Ese movimiento hace que lleguen a ocupar parte del espacio y que el día que el diente definitivo quiera salir tenga problemas para hacerlo, apareciendo torcido, apiñado con los otros o incluso que no pueda erupcionar.
Esta situación es complicada y puede provocar problemas al masticar y al hablar, y requerir de un tratamiento ortodóncico posterior por una situación que podría haberse evitado.
«¿Me vigila la casa, por favor?»
Imagina una familia que vive en una casa en la que el hijo vivirá cuando los padres ya no estén. Un accidente hace que fallezcan antes de tiempo y el hijo se va a vivir con sus tíos, para volver a su casa cuando tenga la mayoría de edad. Ese día, al llegar a la casa, se da cuenta de que los vecinos han aprovechado que ahí no vivía nadie para derribar las paredes y quedarse con parte del espacio del hogar. ¡Menudos vecinos!, pensaréis, pero ellos se excusan diciendo que pensaban que ya no iría nadie a vivir ahí. Pues eso es lo que hacen los dientes en cuanto tienen algo más de espacio, aprovecharlo.
Es algo que no habría pasado si alguien le hubiera dicho a los vecinos «¿me vigila la casa, por favor?», porque habrían sabido que el hijo volvería y habrían respetado su futuro hogar.
Ese es el trabajo de los mantenedores, vigilar el espacio en el que no hay ningún diente para que otro diente no lo aproveche molestando la futura llegada del diente definitivo.
Los mantenedores de espacio
Un mantenedor de espacio es una estructura que mantiene fijos los dientes en la posición que tienen para que no se desplacen hacia el hueco que ha dejado el diente que ha perdido. La Sociedad Española de Odontopediatría, por ejemplo, los define así:
Se denomina mantenedor a todo aquel dispositivo, bien fijo bien removible, encaminado a preservar el espacio que han dejado uno o varios dientes, siempre que su uso está comprobado mediante el análisis del espacio.
Se clasifican en
- Fijos: se cementan sobre la corona de un diente a la que se añade un alambre que contacta con el diente siguiente, dejando entre medio el espacio que se debe salvaguardar. Son poco estéticos y no se limpian bien, pero tienen la ventaja de que la persona que lo lleva no tiene que hacer nada especial, así que es ideal para los niños pequeños.
- Removibles: se hacen con una resina a la que se le añaden los alambres necesarios para mantener el espacio. Se puede incluso añadir la pieza dental que falta, haciéndolos más estéticos y mejorando la masticación. Al poderse quitar y poner la higiene es más fácil. Son ideales para los niños más mayores que ya pueden hacerse cargo de su mantenimiento.
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