El retraso de la edad materna es uno de los obstáculos fundamentales con los que se encuentran a diario los especialistas en reproducción asistida. Las circunstancias laborales, económicas, sociales y personales están repercutiendo en que la búsqueda del primer hijo se produzca cada vez más tarde, lo que supone un verdadero desafío para la planificación reproductiva femenina, ya que las probabilidades de concebir de manera natural descienden rápida y progresivamente a partir de los 35 años.
A todos estos factores se suman creencias erróneas y desinformación relativas a la fertilidad. En este sentido, los especialistas llaman la atención sobre la importancia de que las mujeres se familiaricen con el concepto “reserva ovárica”, ya que se trata de un indicador muy relacionado con la fertilidad femenina que, sin embargo, es desconocido para más del 60 % de las mujeres.
Qué es la reserva ovárica
La reserva ovárica es un indicador del número de óvulos que contienen los ovarios de una mujer. Básicamente, esta reserva ovárica, que es finita, va reduciéndose progresivamente con cada menstruación y a medida que la mujer va cumpliendo años. Este parámetro influye decisivamente en las probabilidades de lograr un embarazo, tanto de forma natural como con técnicas de reproducción asistida.
Reserva ovárica y edad
La reserva ovárica empieza a caer de forma más acusada a partir de los 35 años, de forma que en torno a los 38 suele ser baja, a los 40 es muy reducida y a partir de los 43 se estima que está prácticamente agotada. Por otro lado, hay que tener en cuenta que a medida que la reserva ovárica desciende en cantidad también lo hace la calidad de los óvulos. Es decir, los óvulos que van quedando están envejecidos y tienen más riesgo de anomalías que los hacen menos aptos para lograr un embarazo viable.
Qué otros factores afectan a la reserva ovárica
La edad es uno de los factores principales para explicar la merma de la reserva ovárica, pero no es el único. Los tratamientos oncológicos, la exposición a ciertos agentes tóxicos, tener antecedentes familiares de fallo ovárico o menopausia precoz, ciertas enfermedades genéticas, patologías autoinmunes o dolencias ginecológicas, como la endometriosis, también pueden perjudicar la integridad de la reserva ovárica.
Cómo puedo conocer mi reserva ovárica
La reserva ovárica puede conocerse en una revisión ginecológica de rutina realizando una ecografía transvaginal al inicio del ciclo menstrual. Gracias a esta prueba, el especialista puede determinar el número de folículos antrales que hay en cada ovario. De esta forma, si la mujer tiene de seis a diez folículos antrales de entre dos y nueve milímetros se considera que tiene una reserva ovárica normal. La calificación va mejorando a medida que aumenta el número de folículos antrales y se estima que es alta por encima de 12 folículos. Por el contrario, cuando la mujer cuenta con menos de seis folículos antrales de tamaño adecuado, se habla de que su reserva ovárica es baja.
Por qué es útil conocer la reserva ovárica
Saber qué es la reserva ovárica, la relación que tiene con la fertilidad femenina y qué factores influyen en su deterioro ayuda a planificar la maternidad con más antelación y con más probabilidades de éxito. Disponer de más cantidad de información puede determinar la búsqueda de un embarazo antes de lo previsto, la preservación de ovocitos para ser madre más adelante o, en caso de que sea necesaria la ayuda de la reproducción asistida, qué técnicas hay que descartar de primeras y cuáles tienen más posibilidades de ser exitosas.
¿Solo cuenta la reserva ovárica?
No. Aunque la reserva ovárica es un parámetro muy relacionado con la fertilidad, no es el único que hay que tener en cuenta para conocerla con detalle. Mediante unos análisis de sangre se puede establecer el nivel de hormona foliculoestimulante (FSH) y estradiol y también medir la proporción de hormona antimülleriana (AMH). La primera analítica (FSH y estradiol) ha de hacerse entre el segundo y el quinto día del ciclo menstrual y la segunda (AMH) puede llevarse a cabo en cualquier día del ciclo.
El recuento de folículos antrales puede hacerse de forma rápida y sencilla en la consulta del ginecólogo para obtener información útil en una revisión de rutina. Los análisis de FSH y AMH, en cambio, son más específicos y suelen prescribirse cuando se han detectado anomalías o se está iniciando un tratamiento de fertilidad.
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