Según los investigadores, los bebés que se alimentan exclusivamente con leche materna durante los primeros meses de vida presentan un mayor desarrollo en zonas clave del cerebro y un desarrollo cognitivo superior, especialmente en el lenguaje, la capacidad motora y la percepción visual. Y cuanto más se prolonga el periodo de lactancia, más y mejores habilidades presentan los niños en la edad adulta.
Otros expertos afirman en cambio que, aunque la leche materna contiene sustancias que influyen positivamente en las capacidades del bebé, la inteligencia humana en la edad adulta es una condición compleja que también depende de otros muchos factores como la propia personalidad, el desarrollo emocional, el contexto social o el nivel cultural.
Cómo influye dar el pecho al bebé: beneficios y ventajas
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la organización no gubernamental UNICEF son dos de las entidades internacionales volcadas en la salud que recomiendan la lactancia materna exclusiva para los bebés durante los seis primeros meses de vida.
La lactancia materna debe comenzar en la primera hora de vida y hacerse a demanda, es decir: con la frecuencia que quiera el niño, tanto de día como de noche, evitándose los biberones y chupetes. A partir del sexto mes, debe complementarse con otros alimentos hasta por lo menos los 2 años de vida del niño.
Previene la malnutrición y combate la mortalidad infantil
La leche materna es el alimento más saludable y natural que existe para los recién nacidos y los lactantes. Les aporta todos los nutrientes que necesitan para su desarrollo durante los primeros meses de vida y sigue aportándoles al menos la mitad de sus necesidades nutricionales durante la segunda mitad del primer año y hasta un tercio durante el segundo año de vida.
Este alimento natural contiene factores biológicamente activos, así como muchas moléculas y células que tienen un rol defensivo contra los microorganismos, además de vitaminas, proteínas, carbohidratos, minerales, grasas y azúcares indispensables para un crecimiento óptimo, así como hormonas y otras sustancias positivas para la salud del bebé.
Además, es fácil de conseguir y asequible por lo que previene la desnutrición infantil. También es inocua y mucho más digestiva que la artificial, todo lo cual favorece la correcta alimentación de los niños y combate la obesidad infantil.
También está comprobado que los bebés que practican la lactancia materna nocturna tienen una menor incidencia del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), ya que ésta favorece la posición de boca arriba, combate la hipoglucemia y asegura que la madre esté más atenta.
Aumenta las defensas
La leche materna favorece que los bebés enfermen menos y sus afecciones revistan menos gravedad. Los anticuerpos que contiene este alimento natural aumentan las defensas del bebé protegiéndoles de infecciones y enfermedades frecuentes como la diarrea y la neumonía, que son las dos principales causas de mortalidad infantil en todo el mundo.
También protege a los más pequeños de la casa frente a las infecciones de oído y la gastroenteritis, así como contra las infecciones respiratorias, incluyendo las causadas por rotavirus. Los bebés amamantados son menos propensos a ser hospitalizados con bronquiolitis y en general tienen un menor riesgo de infecciones de las vías respiratorias inferiores.
Gracias a la leche materna, los pequeños obtienen durante sus primeros meses de vida nutrientes específicos que les ayudan a fortalecer y desarrollar su sistema inmunitario inmaduro de una manera que ninguna otra sustancia puede.
Uno de los anticuerpos más importantes es la inmunoglobulina A, que se sintetiza y almacena en el pecho y recubre las superficies mucosas del aparato digestivo del bebé para impedir la entrada de bacterias patógenas y enterovirus. También protege contra Escherichia coli, Salmonella, estreptococo, estafilococo, neumococo, el poliovirus y el rotavirus.
De esta forma, los bebés que toman la leche de sus madres incluso pueden responder mejor a las vacunas contra la poliomielitis, el tétano, la difteria y la Haemophilus influenzae (bacteria que puede causar una infección grave).
Fortalece el vínculo entre madre e hijo y favorece el desarrollo emocional
Al dar el pecho, algo que nadie más puede hacer por ellas, las madres establecen un vínculo mayor y más íntimo con sus bebés. La lactancia les hace dedicar mucho más tiempo a sus hijos, mostrarse más próximas, estar más tiempo cerca de ellos y, por tanto, más pendiente de sus necesidades.
Además, las palabras, las caricias y los besos con las que normalmente se acompaña la lactancia, favorecen el contacto físico y un sano desarrollo emocional en el pequeño.
Beneficios a largo plazo: una mejor salud
Además de mejorar la salud general de los pequeños en su primera fase de desarrollo, la leche materna permite disfrutar de un desarrollo oral óptimo en la etapa infantil debido a que los movimientos de la mandíbula necesarios para la succión y los nutrientes en la leche disminuyen el riesgo de caries dental.
Según han demostrado diferentes estudios, dar el pecho al bebé también previene enfermedades crónicas no transmisibles en la vida adulta como el asma, la diabetes tipo 1 y 2, la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn y la arterioesclerosis. Asimismo, reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en general e infarto de miocardio en particular.
Como consecuencia, además de los beneficios inmediatos para el niño, la lactancia materna contribuye a mantener una buena salud durante toda la vida. Por ejemplo: los adultos que de pequeños tuvieron lactancia materna suelen tener una tensión arterial más baja y menos colesterol. Asimismo, mantener la lactancia materna durante los dos primeros años de vida del niño permite disminuir el riesgo de obesidad en un 25%.
Mejor desarrollo sensorial y cognitivo: niños y adultos más inteligentes
La leche materna ha sido directamente relacionada por la comunidad científica con un aumento de la capacidad de memoria. Así lo demuestra la investigación publicada en Journal of Nutritional Biochemistry del Departamento de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Jaén.
Este estudio demuestra que la ingesta del oligosacárido 2′-fucosyllactose, el más abundante de la leche materna, tiene efectos beneficiosos sobre las capacidades de aprender y recordar.
La leche materna también contiene factores que son beneficiosos para el desarrollo sensorial y cognitivo. Hay datos que indican que las personas que tuvieron lactancia materna en su infancia obtienen mejores resultados en las pruebas de inteligencia.
En 1992, los científicos ingleses Lucas y Col publicaron un artículo en la revista The Lancet en el que por primera vez se relacionaba la lactancia materna con el desarrollo cognitivo y de la inteligencia. Estudiaron a niños en condiciones económicas, sociales y familiares similares, con una única diferencia: la alimentación.
Unos habían recibido leche materna y otros, artificial. Los resultados fueron bastante concluyentes: a los 7 años, los niños que habían sido amamantados obtenían entre 7 y 10 puntos más de cociente intelectual (CI) que los que habían sido alimentados con leche de fórmula.
Desde entonces se han hecho muchísimos estudios sobre este tema y este tipo de resultados se han comprobado a lo largo de los años por expertos de todo el mundo, aunque en una primera instancia fueron recibidos con cierto escepticismo por la comunidad científica. Ésta alegaba que la inteligencia humana dependía de muchos factores complejos, y que era difícil valorar el impacto de los beneficios de la leche materna a tan largo plazo.
Sin embargo, en las últimas décadas hay muchas investigaciones que corroboran estas afirmaciones. El año pasado, sin ir más lejos, un artículo publicado en la revista The Lancet hizo públicos los resultados de un estudio realizado en Brasil en el que se evaluó a casi 3.500 personas adultas de 30 años que habían sido amamantadas en su etapa infantil.
Los investigadores tuvieron en cuenta los ingresos familiares, la escolarización de los padres, el peso del bebé en el parto y hasta el tipo de parto para poder discriminar mejor los resultados. Y las conclusiones finales fueron muy claras: los bebés amamantados durante 12 meses o más tienen un CI más alto a los 30 años.
Los participantes que se beneficiaron de pequeños de la leche materna tuvieron una puntuación de cociente intelectual 3,76 puntos de media más alta, más años de educación (0,91 años de media) y cobraban una media de 341 reales brasileños (98 euros) más al mes, que aquellos que no recibieron leche materna o que lo hicieron durante menos de un mes.
A más meses de lactancia, mayor cociente intelectual. Sin embargo, había otros factores de peso. De hecho, el nivel de ingresos familiares resultó ser incluso más importante que la lactancia a la hora de tener un coeficiente intelectual alto. No obstante, al ver la progresión de los individuos evaluados, se observó que la lactancia tiene un efecto positivo en todos los estratos sociales.
Los resultados de un estudio de la Universidad McGill Canadá de Montreal, uno de los mayores sobre el tema realizados hasta la fecha, también apoyan las hipótesis de sus colegas brasileños, concluyendo que la leche materna eleva el coeficiente intelectual de los niños y mejora su rendimiento académico.
Según las conclusiones de una tesis doctoral desarrollada en el Hospital Universitario Reina Sofía y la Facultad de Medicina de Córdoba, publicadas en la revista Clinical Pediatrics, los niños que han recibido leche de su madre presentaron de 9 a 10 puntos más de inteligencia en la escala Bayley, que valora el desarrollo mental y psicomotor.
Los científicos participantes destacaron que la leche humana contiene algunos lípidos como el ácido araquidónico y decosahexaenoico que no están presentes en compuestos no naturales y actúan sobre el desarrollo neuronal.
Por último, los especialistas recuerdan que la lactancia materna también es buena para la mamá y se esfuerzan por aclarar los falsos mitos de la lactancia materna, como la creencia extendida de que el tamaño de los senos o el aspecto del pecho influyen en la cantidad o calidad de la leche materna.
Es de señalar que, a pesar de los esfuerzos de la industria farmacéutica por intentar imitar las propiedades naturales de este producto, estas no se pueden igualar porque se desconoce la composición exacta de la leche materna.
En ella existen alrededor de 370 sustancias que van rotando constantemente en la composición de la leche, tanto a lo largo de un mismo día como en las distintas etapas de desarrollo del niño, para darle al niño justo lo que necesita en cada momento.
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