El deterioro cognitivo que produce el Alzheimer hace que las personas que lo padecen tengan más dificultades para comer y lograr seguir una dieta saludable. La pérdida de peso es característica de esta enfermedad, aunque hay algunas pautas que podemos seguir para ayudar a las personas con Alzheimer a alimentarse mejor.
Primer paso: observar qué ocurre
El Alzheimer es una enfermedad degenerativa que pasa por varias etapas, pero independientemente de en cuál se encuentre el paciente, es importante observar qué problemas concretos tiene al comer, para dar con la solución adecuada.
La demencia afecta a la salud dental, por lo que una revisión del odontólogo y una correcta higiene son esenciales para seguir una buena alimentación. La boca seca, las llagas, los dientes sensibles o unas encías inflamadas, pueden ser la causa de que la persona con Alzheimer no quiera comer, aunque quizá no encuentre la forma de expresarlo.
La confusión dificulta la hora de las comidas, y para evitarla también es necesario revisar la vista del paciente, para asegurarnos que ve la comida correctamente. Observar qué comidas le gustan más, si hay algún ruido que le moleste o si se distrae demasiado con algún estímulo que se encuentre en la estancia, contribuye a facilitar el momento de la comida.
Platos variados y fáciles de ingerir
Una dieta variada rica en frutas, verduras, proteínas de calidad, legumbres y cereales integrales, es la base para una alimentación saludable. También para las personas enfermas de Alzheimer. Aunque en su caso, tan importante es elegir los ingredientes adecuados como la forma de prepararlos y presentarlos.
Para que el enfermo pueda conservar su autonomía el mayor tiempo posible, es mejor preparar comidas que se puedan comer con las manos. Alimentos que se puedan cortar en trozos, como sandwiches o frutas, croquetas, buñuelos, etc.
Por su seguridad y para no tener problemas al masticar debemos evitar alimentos con espinas, huesos pequeños, filamentos, semillas o frutos secos. En etapas más avanzadas los triturados y purés facilitarán que la persona con Alzheimer pueda comer sin tener que masticar.
Es posible que el paciente no note si la comida está demasiado fría o caliente, por lo que es importante controlar este punto, así como optar por sabores suaves y platos no demasiado condimentados.
En la mesa: consejos prácticos
La persona con Alzheimer requiere su tiempo para poder comer de forma adecuada, por lo que debemos evitar las prisas para poder ayudarle en cada comida. Si hacemos varias pequeñas comidas al día (unas cinco), podremos garantizar de forma más fácil que ingiera todos los nutrientes necesarios.
Siempre que sea posible es bueno que el paciente coma sentado en la mesa, y en familia. Si inclina la cabeza hacia atrás, debemos moverla hacia adelante suavemente, para que se siente lo más derecho posible y en una postura adecuada. También podemos guiar su mano para que utilice el cubierto (mejor una cuchara), con paciencia y mucho cariño, para que no se agobie.
Los manteles o platos con dibujos y diseños muy coloridos pueden confundir a la persona con Alzheimer, es mejor optar por colores neutros y platos hondos, así como jarras anchas, en lugar de vasos.
Aunque el problema más frecuente es el de tener dificultades para comer, también es posible que el enfermo no recuerde que ha comido y quiera seguir comiendo, por lo que debemos controlar las cantidades para que sean las adecuadas, evitando los excesos.
Si lo que ocurre es que no quiere abrir la boca, podemos tocar su barbilla o mandíbula suavemente para estimularle, o bien mostrarle con paciencia cómo comemos nosotros, porque en ocasiones se animan a hacerlo por imitación.
Por último, aunque seguir estas recomendaciones ayudará a que la persona con Alzheimer pueda comer mejor, es imprescindible contar con la ayuda de un especialista que controle su peso y su nutrición, y que en caso de carencias nutricionales, nos indique los suplementos alimenticios adecuados que deberá tomar.
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