Prevención, Salud

Hiperhidrosis o sudoración excesiva, qué es y cómo se puede solucionar

El sudor puede aparecer en cualquier momento y por diferentes causas, pero ¿qué ocurre cuando sudamos de forma excesiva en otro tipo de situaciones no tan habituales?

En verano, con las altas temperaturas, es normal sudar más de la cuenta. Durante el resto del año nos pasa en otras situaciones puntuales como practicar ejercicio intenso, cuando algo nos asusta, o si pasamos nervios antes de una exposición en público, por ejemplo. El sudor puede aparecer en cualquier momento, pero cuando de lo puntual se pasa a lo habitual quizá se trate de hiperhidrosis o sudoración excesiva. Te damos las claves para distinguirla y ponerle remedio.

Qué es la hiperhidrosis y cómo la detecto

Su propio nombre lo indica, la hiperhidrosis consiste en una sudoración excesiva que se da de forma continua e imprevisible, incluso en aquellas situaciones en las que no es común sudar, como cuando estamos en reposo y la temperatura es baja.

Este sudor suele ser localizado y abundante, sobre todo en manos y pies, pero también aparece en otras zonas como la cara o las axilas. Se caracteriza también por iniciarse en la niñez y empeorar a partir de la adolescencia, repercutiendo en la calidad de vida de la persona afectada, hasta el punto de influir en su vida social y generar estrés y malestar.

El dermatólogo nos ayudará a confirmar el diagnóstico y nos realizará las pruebas correspondientes para determinar si tenemos un exceso de actividad en las glándulas sudoríparas.

Cuáles son las causas de la sudoración excesiva

Las causas de la hiperhidrosis son, a día de hoy, desconocidas, pero hay algunas evidencias de que podría tener un origen genético y estar relacionada con algún fallo en el sistema nervioso autónomo. Existe una hiperhidrosis llamada secundaria, que es la que está provocada por otros motivos, como una enfermedad o un tratamiento médico.

Aunque se trata de una alteración orgánica, se suele asociar al estrés, pero este puede estar producido por la propia hiperhidrosis, por lo que si bien es recomendable identificar y tratar las situaciones que nos provocan tensión o ansiedad, no se pueden considerar como un único desencadenante.

No hay que confundir la sudoración excesiva con el olor corporal, que puede darse por diversos factores desde la higiene (es la combinación de bacterias y sudor la responsable del mal olor), los alimentos que comemos o los cambios hormonales.

Tipos de hiperhidrosis

Como ya hemos comentado, existe la hiperhidrosis primaria y secundaria. Aunque en el primer caso puede ser generalizada en todo el cuerpo, lo más habitual es que esté localizada, afectando a manos, pies y axilas. Así nos encontramos con diferentes modalidades, como la hiperhidrosis palmar en las manos, la plantar en los pies, o la hiperhidrosis facial que se da en el rostro.

Por otra parte, también está la hiperhidrosis gustativa o sudoración pandrial que se produce al ingerir cualquier tipo de alimento, ya sea un plato picante (que por lo general afecta a todo el mundo), como un helado. Esta reacción exagerada de las glándulas sudoríparas es provocada por los estímulos que desencadenan la secreción de los jugos gástricos, por lo que a veces se da incluso al pensar en comida.

Hiperhidrosis

Prevención y tratamiento del exceso de sudor

La hiperhidrosis es crónica, pero podemos tomar algunas medidas para prevenir el exceso de sudor. De entrada, es recomendable cambiar el desodorante por un antitranspirante que controle y reduzca la sudoración abundante, aplicándolo antes de dormir para beneficiarnos de su efecto al día siguiente.

También nos ayudará evitar la ropa ajustada y escoger prendas de tejidos naturales como el algodón, la seda o el lino. Si vamos a pasar mucho tiempo fuera, llevar ropa de recambio nos hará sentirnos más cómodos y seguros.

Cuidar la higiene es fundamental para evitar los malos olores que puede causar el sudor junto con algunas bacterias, pero ducharnos más de lo habitual (una o dos veces al día) no hará que sudemos menos, es más, los jabones agresivos o el exceso de lavados nos pueden añadir problemas en la piel.

Tampoco debemos dejar de beber agua para no sudar, necesitamos hidratarnos, especialmente si estamos constantemente perdiendo mucho líquido.

Además de adoptar estas precauciones, tenemos a nuestra disposición tratamientos para reducir o eliminar la hiperhidrosis. La iontoforesis, por ejemplo, consiste en cerrar las glándulas sudoríparas de forma temporal mediante el paso de corriente eléctrica sobre la piel. Otra alternativa, cada vez más común, es la aplicación soluciones inyectables, que se inyectan en pequeñas dosis bloqueando de forma temporal los nervios que estimulan el sudor.

Nuestro especialista nos indicará cuál es el tratamiento que nos conviene más, sea farmacológico o quirúrgico, ya que cada caso se resuelve de forma distinta. Lo importante es tener presente que con la ayuda adecuada es posible encontrar una solución y reducir las molestias asociadas a la hiperhidrosis.