Envejecimiento, Salud

Cómo ayudar a las personas con Alzheimer cuando llega la noche

Las personas que padecen Alzheimer tienden a tener problemas por la noche, cuando llega la oscuridad, porque es cuando el cuerpo y la mente se relajan, cuando desconectan aún más de su propia realidad y cuando los despertares, con poca luz, les hacen no entender dónde están, o qué hacen tumbados, y les lleva a intentar salir de la cama, caminar y hacer aquello que consideren importante en ese momento.

Algunos padecen incluso un cambio de los ciclos de vigilia y sueño, al dormir a ratos durante el día y llegar con poco sueño a la noche, cuando están más activos y a la vez más asustados, en lo que se define como Síndrome Crepuscular o Síndrome de la puesta de sol (al llegar la oscuridad muestran más ansiedad y miedos).

El riesgo de caídas, de que se hagan daño y de que puedan hacer algo peligroso es evidente, como lo es también el hecho de que despierten a las personas que están con ellos, los cuidadores, haciendo del tan necesitado descanso algo casi imposible.

Es por esta razón que hay que tratar de ayudar a las personas con Alzheimer por la noche, para que sufran menos, tengan un menor riesgo de accidente y puedan descansar mejor.

Cómo ayudar a las personas con Alzheimer por la noche

De igual modo que con los niños se intenta llevar a cabo técnicas que les ayuden a llegar a la noche tranquilos, con las personas con Alzheimer hay que hacer algo similar, lograr que no vivan con ansiedad las horas previas a la noche y hacer lo posible por que lleguen con ganas de descansar, para evitar despertares, que se levanten de la cama y que traten de hacer «excursiones» por casa.

Para ello podemos:

  • Promover que hagan un poco de ejercicio por el día: en base a sus posibilidades, evitar que se pasen el día sentados o tumbados, dormitando. Si son capaces de hacer alguna actividad es bueno, no solo para que tengan un mejor descanso, sino también para fortalecer un poco el cuerpo y articulaciones.
  • Valorar la posibilidad de dejar la luz encendida: si no conseguimos evitar los despertares puede ser buena idea dejar la luz de la habitación encendida, pues disminuiremos los episodios de desorientación al poder ver dónde están con solo abrir los ojos.
  • Realizar el baño antes de ir a dormir: lo habitual es que les bañemos por la mañana, por aquello de dejarles limpios y peinados, pero si el baño les relaja, si después se quedan tranquilos, puede ser una buena idea bañarles antes de dormir.
  • Realizar actividades por el día: no sólo físicas, como ya hemos comentado, sino actividades sensoriales, o de comunicación. Que hablen, o que piensen, o que intenten resolver problemas adaptados a sus posibilidades. En definitiva, jugar con ellos para aumentar la actividad durante el día.
  • Hacer uso de la música: la música puede ayudarles a estar tranquilos antes de dormir o activos durante el día. Música que les guste y pueda provocarles diferentes estados de emoción.
  • Eliminar riesgos por la noche: si se despierta y pasea por casa hay que minimizar todos los posibles riesgos. Una manera de hacerlo es quitar todos los elementos que puedan parecer peligrosos, con los que pueda chocar o tropezar. Una solución es acompañarles cuando se despierten, para que no corran ningún riesgo innecesario.
  • Tocarles si se siente mal: puede ser muy duro para ellos despertar y no saber dónde están, qué momento del día es o qué tienen que hacer. Pueden querer hacer algo y enseguida darse cuenta de que no son capaces, o cambiar de idea para hacer otra cosa. Si eso les molesta, si les hace sentir mal, tenemos que tocarles, hacerles sentir que estamos ahí, con ellos, calmándoles, abrazándoles si lo necesitan… que no se sientan solos.
  • Hacer cada día la misma rutina: es una muy buena idea llevar a cabo una rutina repetitiva para que vayan aprendiendo qué toca a continuación a base de repetición, porque repetir la manera en que hacemos las cosas cada día puede ayudarles a aprender exactamente qué sucederá a continuación. Poner la mesa a la misma hora, de la misma manera, en el mismo orden, luego poner música, el baño, el pijama y acostarse después de hablar un poco, o explicarles alguna historia, o el fragmento de un libro. Lo que hagamos y el orden en que lo hagamos puede ser el que nos vaya mejor a cada uno, pero debemos ir repitiendo la rutina que escojamos para que cuando llegue la hora de dormir entiendan que es el momento de cerrar los ojos y descansar.
  • Hablar con los profesionales de la salud: si la cosa se complica, si va a peor, o a más difícil… si todo lo anterior se queda corto, debemos hablar con los profesionales que estén a cargo de nuestro familiar para solicitar ayuda. Hay terapias que pueden ser útiles y que complementen todo lo comentado para que puedan dormir un poco más y mejor.