Bienestar, Envejecimiento, Salud

El Pilates también es bueno para las personas mayores

Abuelos, jubilados y personas mayores en general también pueden beneficiarse de hacer Pilates.

Que la práctica del ejercicio físico de forma regular conlleva múltiples beneficios para nuestra salud, incrementa la esperanza de vida y reduce el riesgo de padecer numerosas enfermedades, es una realidad sobradamente conocida que, sin embargo, no cala de la misma manera a todas las edades. Algo que tiene que ver, sobre todo, con los más mayores, que acaban prescindiendo del deporte por miedo a lesionarse.

No obstante existen modalidades que no requieren de grandes esfuerzos y que pueden ponerse en marcha desde cualquier momento. Es el caso del Pilates, un método que, además, cuenta con variadas virtudes para las personas que se encuentran en la tercera edad. Hoy recabamos algunas de las más significativas y que evidencian la importancia de un envejecimiento activo.

1. Mejora el control del suelo pélvico

Para empezar, nos centraremos en uno enfocado sobre todo a las mujeres: el fortalecimiento y control del suelo pélvico. Los ejercicios específicos resultan imprescindibles para prevenir problemas tan desagradables como la incontinencia urinaria. Unos músculos habitualmente olvidados que no conviene dejar de lado y que no siempre es fácil ejercitar, en especial porque requiere de concentración.

Lo que queremos es fortalecer los músculos que se encuentran bajo el útero, la vejiga y el intestino. En el caso de los hombres, este tipo de movimientos pueden adaptarse y son beneficiosos para la disfunción eréctil.

2. Mejora la coordinación y equilibrio

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Una de las grandes virtudes del Pilates es la reeducación postural a través del movimiento consciente; uno de sus principios más básicos que, además, ayuda a adoptar buenas posturas. Algo que es fundamental a la hora de prevenir mialgias, reequilibrar la musculatura y ayudarnos a movernos con menos esfuerzo en la vida cotidiana.

Teniendo en cuenta que los problemas degenerativos propios del envejecimiento apuntan en la dirección contraria, no está nada mal. Además, esto se encuentra directamente relacionado con la estabilidad de la persona y con la prevención de las caídas, muy peligrosas cuando se sufre de osteoporosis y patologías similares. El trabajo de core o del tronco resultará clave, pues la mayoría de movimientos que realizamos parten de la zona media del cuerpo.

3. El Pilates reduce el riesgo de fracturas óseas

La pérdida de masa ósea en la tercera edad y la osteoporosis incrementan el riesgo de sufrir fracturas en este grupo de edad. Practicar Pilates puede mejorar el proceso de envejecimiento y, por lo tanto, incrementar la calidad de vida. Lo logra estableciendo patrones de movimiento eficientes y favoreciendo la alineación de las articulaciones y el esqueleto axial.

En todo caso y para aquellos que ya la padezcan, deberían evitar las flexiones bruscas y extensas de columna hacia delante y los movimientos de flexión lateral y rotación. El programa, asimismo, debería incluir ejercicios de fortalecimiento, estabilidad escapular, fortalecimiento de la cadera y muñecas concretos y extensión de la columna.

4. Favorece la pérdida de grasa y aumenta la masa muscular

La práctica del Pilates también se asocia a la pérdida de grasa, que se agradece en especial en este grupo, pues el exceso de peso incide directamente en la salud de las articulaciones. La idea aquí es favorecer el incremento de la masa muscular que, a su vez, acelerará el metabolismo basal y la capacidad del cuerpo para quemar grasa.

Además, se trata de una actividad de intensidad moderada que, sin embargo, logra reducir el índice de masa corporal con éxito –y siempre que se practique al menos cinco horas semanales-. En las mujeres adultas mayores, asimismo, el fortalecimiento de la zona abdominal reduce los dolores lumbares. La inclusión de pesos y resistencias resulta recomendable si se busca esta finalidad.

5. Fomenta la participación social

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Más allá de los beneficios físicos puramente dichos, el Pilates es una modalidad que suele practicarse en clases colectivas, gimnasios y similares. Una puesta en marcha que implica relacionarse con otras personas y una manera de evitar el aislamiento que, además, se encuentra directamente relacionado el riesgo de desarrollo de demencia.

Efectivamente, porque según numerosos estudios, aquellos mayores que están solos tienen más riesgo de padecerla. Asimismo, es probable que en estos entornos coincidan con personas más jóvenes, que pueden llegar a motivarles, darle una visión distinta y, en definitiva, aportarles estímulos diferentes de los que están acostumbrados.

Precauciones y ejercicios

Para acabar, cabe comentar que la clase deberá adaptarse a las necesidades propias de esta edad y respetar las diferencias individuales. Además, hay que evitar los ejercicios más complicados, que requieran de gran flexibilidad y que podrían derivar en lesiones desagradables. Aquí lo más importante será que la persona preste atención a sus sensaciones corporales.

Asimismo, existen algunos movimientos más recomendables que otros. Por ejemplo, los realizados en el reformer, trapecio o circuito de equipos les permitirán prepararse adecuadamente y aprender a realizar los movimientos de forma más controlada. El uso de pelotas y movimientos concretos como el del gato y las extensiones son también muy recomendables. El pelvic –que consiste en subir la pelvis recostado sobre la espalda y con las piernas flexionadas- es otro de los que merece la pena comentar.