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Sonambulismo, terrores nocturnos y pesadillas en niños: todo lo que tienes que saber

Las parasomnias son trastornos del sueño, como el sonambulismo, los terrores nocturnos y las pesadillas.

Las parasomnias infantiles son fenómenos molestos del sueño que comienzan a manifestarse alrededor de los 3 años y pueden perdurar hasta los 8 ó 12 años. Los más frecuentes son las pesadillas, seguidos por el sonambulismo y los terrores nocturnos. Aunque presentan características comunes, cada fenómeno tiene sus propios síntomas.

Qué son las parasomnias infantiles

El sonambulismo, los terrores nocturnos y las pesadillas son las parasomnias más frecuentes y conocidas. Las parasomnias son fenómenos del sueño que, aunque molestos, no deben preocuparnos en exceso ya que no se trata de enfermedades, sino de sucesos benignos que ocurren sobre todo durante la infancia, y suelen remitir espontáneamente con el paso del tiempo.

Se trata de trastornos muy comunes que suelen desaparecer por sí solos cuando el niño crece. En la mayoría de los casos ocurren en la primera infancia y son de carácter leve. En los adultos, son realmente muy poco frecuentes.

Cómo se manifiestan

Las pesadillas son sueños desagradables que comienzan a manifestarse en la infancia, alrededor de los 3 años de edad. Suelen presentarse hacia el final de la noche y provocan alarma y despertar en los niños que las padecen. A diferencia de lo que sucede en los terrores nocturnos, en ellas los pequeños recuerdan lo sucedido.

Son las parasomnias más frecuentes, ya que la mayoría de los niños y muchos adultos tienen pesadillas de vez en cuando. Tener pesadillas es normal, y estas son más frecuentes en niños con mucha imaginación, pequeños que sufren estrés, personas con ansiedad o que toman algún medicamento (como los antiepilépticos).

Los terrores del sueño son relativamente poco frecuentes (afectan a entre el 3 y el 6% de los niños, mientras que prácticamente todos los niños tienen alguna pesadilla de vez en cuando). Aparecen durante el primer tercio de la noche y se caracterizan por un despertar brusco mientras los niños están dormidos profundamente. Les acompaña una sensación de miedo intenso, gritos y palpitaciones.

Durante el episodio los niños no responden a estímulos ya que a todos los efectos siguen estando dormidos. Aunque pueden resultar muy alarmantes, se trata de fenómenos más molestos para los espectadores que para los niños, ya que estos no suelen recordar lo que ha sucedido una vez que despiertan.

El sonambulismo suele presentarse también durante la primera mitad de la noche. Se trata de episodios en los que el niño se levanta de la cama y camina sin ser consciente de lo que le rodea. Durante los episodios, mantiene los ojos abiertos y puede hablar e incluso responder a preguntas sencillas aunque en realidad está profundamente dormido. Puesto que aparece en el sueño profundo, es difícil despertar al niño y raramente recuerda lo sucedido al despertar.

Aunque se trata del trastorno de sueño que más suele preocupar a los padres, en realidad también es un desorden benigno. Eso sí, obliga a tomar ciertas precauciones por el bienestar y la seguridad del pequeño. Instalar rejas seguridad en puertas y ventanas puede evitar que, por ejemplo, el pequeño salga de la casa durante la noche sin que nos demos cuenta.

Cuáles son sus causas

El sonambulismo y los terrores del sueño son desórdenes que se asocian con el sistema neurológico de alerta. En cambio, las pesadillas se relacionan con alteraciones de la etapa del sueño REM (uno de los ciclos del sueño que se caracteriza por el movimiento rápido de los ojos o ensoñaciones).

Si bien la causa biológica de estos trastornos del sueño se desconoce, se estima que pueden ser provocados por el desarrollo del sistema nervioso central, la inmadurez del paciente, alteraciones de sistemas orgánicos, trastornos de estrés o ansiedad o la ingesta de determinados medicamentos.

En algunos casos en los que los niños sufren un trastorno del sueño también se ha detectado dicho trastorno asociado al historial médico de algún familiar durante su infancia. En cualquier caso, tienen un buen pronóstico.

Consejos para tratarlos

Ante todo, no debemos alarmarnos ni preocuparnos. Debemos tener siempre presente que las parasomnias, aunque molestas, no son enfermedades sino que son sucesos benignos. De hecho, no hay medicamentos especialmente indicados para eliminarlos y suelen desaparecer por sí solos con el paso del tiempo.

El tratamiento de las parasomnias infantiles consiste básicamente en la regulación de los hábitos de sueño. Es decir: en intentar mejorar el sueño del niño para que este tenga la duración adecuada, un horario regular y evitar así los desencadenantes de los trastornos asociados al sueño. Se aconseja que el niño duerma una adecuada cantidad de horas (entre 8 y 12) y no ingiera fármacos depresores del sistema nervioso central.

De cualquier forma, es completamente normal que las pesadillas despierten con frecuencia a los niños durante la primera infancia. Si sucediesen de forma diaria y prolongada en el tiempo, sería preciso averiguar si el pequeño tiene algún problema añadido o si hay algo que inquieta o preocupa en gran medida a nuestro hijo

Cuando se producen episodios de sonambulismo, se deben tomar medidas de seguridad para evitar que el niño se haga daño y conducir al niño de vuelta a la cama para que continúe su sueño. Es conveniente que los padres del sonámbulo eviten accidentes despejando el dormitorio del niño de muebles u otros objetos con los que podría tropezar caminando dormido. También es necesario mantener bien cerradas ventanas y puertas para que el pequeño no salga solo al exterior.

Un mito frecuentemente asociado al sonambulismo se refiere a la prohibición de despertar al sonámbulo ante el riesgo de provocarle un mal mayor. En realidad no existe ningún peligro en despertar a una persona sonámbula, aunque es preferible evitarlo en la medida de lo posible para no causarle confusión o sorpresa.

Con los terrores nocturnos, lo mejor es armarse de paciencia y acompañar al pequeño hasta que cesen sin tratar de despertarle para que pueda retomar su sueño con tranquilidad una vez que el episodio se pase.

Si en cualquiera de los casos el problema fuera grave, se repitiese con exagerada frecuencia o no respondiera a ninguna medida, se puede consultar con una unidad del sueño. En estas unidades, diversos especialistas realizan pruebas diagnósticas para estudiar los distintos trastornos del sueño.