Niños, Padres

Cómo afecta a los dientes el uso de chupetes y chuparse el dedo

El desarrollo psicosexual, dentro de la teoría psicoanalítica, se desarrolla en cinco fases: oral, anal, fálica, de latencia y genital.

Freud pensaba que si durante cualquiera de estas fases el niño experimentaba cualquier frustración en su desarrollo psicosexual podría experimentar ansiedad que se podría manifestar como una neurosis de adulto. Durante la primera etapa, la fase oral, la cual dura hasta el primer año de vida, el foco de satisfacción está en la boca por lo que tienden a llevarse todo a ella.  Otros relacionan el deseo de chupar con la necesidad de supervivencia, lo que explicaría el que muchos bebés siguen chupando después de haber tomado el biberón. Pero este deseo de chupar es frecuente también encontrarlo en niños de 3-4 años que succionan sus chupetes o sus dedos para aliviar tensiones.

¿Es malo para la salud del niño el uso del chupete?

El uso del chupete se relacionó en algún momento con que era perjudicial para la salud bucal del niño, de hecho muchos pediatras recomendaban retirarlo precozmente.  Sin embargo, estudios llevados a cabo con esta cuestión no es que no avalaran esta idea inicial sino que, incluso, pueden llegar a recomendarlo en muchos casos, ya que parece que reduce la muerte súbita del lactante, aparte de ejercer de efecto analgésico.

En lo que a la dentadura del niño se refiere puede provocar efectos dañinos sobre la correcta alineación de los dientes, pero estos efectos son pasajeros si se retira el chupete antes de los tres años de edad, siendo totalmente reversibles en unos pocos meses ya que no ha llegado a provocar malformaciones temporomandibulares ni deformaciones óseas de la arcada dental definitiva.

Por este motivo, y a pesar de que los especialistas piensan que es conveniente ir retirando el chupete en torno a los dos o tres años, también dicen que no se trata de una regla fija, ya que hay otros condicionantes que pueden hacer que este plazo sea mayor o menor, tales como el grado de madurez del niño o determinadas circunstancias médicas o psicosociales. Lo que sí está demostrado es que hay que retirarlo antes de que empiecen a salir los dientes definitivos.

Otro tema en relación al uso de los dispositivos para chupar es la llamada caries del biberón, derivada del mal hábito de ofrecer al niño un biberón lleno de zumo, leche o bebidas azucaradas como inductor del sueño, que con el alto contenido en carbohidratos de estos productos puede causar daños en los dientes definitivos.

Por tanto, la edad ideal para retirar el chupete es hacia los 3-4 años, aunque hay quien recomienda retirarlo de forma más temprana, por lo que antes habrá que ir acostumbrando al niño a usar el chupete sólo cuando se vaya a la cama o en momentos de gran tensión emocional.
El uso  en niños mayores sí está relacionado con la aparición de mordida abierta, o sea, que al cerrar la boca queda una separación entre los dientes superiores y los inferiores, que debería ser valorada por un dentista.

El hábito de chuparse el dedo

En relación al hábito de chuparse el dedo decir que aunque a priori puede parecer más inocuo que el uso del chupete, no lo es así; de hecho es bastante más peligroso ya que, probablemente, las manos no estarán limpias y puede provocar lesiones en la mucosa bucal o en el propio dedo, con el consiguiente riesgo de infecciones.

Además, en referencia a la dentición, si bien el chupete se asocia, fundamentalmente, al desarrollo de la mordida cruzada posterior;  que, en muchas ocasiones puede ser reversible al dejar de usarlo, el hecho de chuparse el dedo provoca muchos otros problemas en la alineación dental. Aparte de favorecer la mordida abierta, la presión que ejerce el pequeño al succionar el propio dedo, repercute en una elevación excesiva de la bóveda del paladar, al tiempo que va estrechando la arcada maxilar.

Cuando un niño tiene este hábito no debemos ridiculizarlo sino, todo lo contrario, hacer refuerzo positivo; esto significa premiar de algún modo los esfuerzos del niño por no chuparse el dedo. Hay otros métodos como cubrir el dedo con un guante o mojarlo con líquidos que el niño repela por su olor o su sabor tales como el vinagre o el limón. No ha demostrado su efecto los esmaltes que se compran en farmacias que dan un sabor amargo.