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Fracturas en los niños, ¿cuáles son más frecuentes?

Su permanente actividad física hace que los más pequeños de la casa tengan más probabilidades de caerse y romperse un hueso. Sin embargo, su recuperación es más rápida que la de un adulto.

Saltar, correr, subirse a los sitios, perseguirse, dar vueltas hasta marearse, hacer el pino, montar en bici o patinete, jugar al fútbol… La actividad de los niños es tan intensa y continua que eleva su riesgo de caerse y, como consecuencia, romperse algún hueso.

Las fracturas óseas se suelen dar más en los chicos que en las chicas, pero en ambos casos se recuperan más rápidamente que cuando se produce una fractura en los adultos, puesto que sus huesos son más elásticos y porosos.

Cuando un niño sufre una fractura, todo el cuerpo entra en alerta, por lo que es normal que tenga mareos, frío o esté como distraído. Los síntomas varían dependiendo de cada uno. En todo caso, resulta fundamental no mover el hueso que se cree que está fracturado porque puede empeorar la rotura y aumentar el dolor, en caso de sentirlo.

Fracturas más frecuentes en los niños

Los niños pueden sufrir las mismas roturas de huesos que los adultos, pero hay algunas más comunes entre los más pequeños de la casa o más típicas de su momento de desarrollo de los huesos. Por ejemplo, la rotura del cartílago de crecimiento sólo se da en los niños. Se trata de un área cartilaginosa ubicada en los extremos de los huesos largos que ayuda a mantener la longitud y la forma del hueso. Al alcanzar la edad adulta, el hueso que se desarrolla alrededor de este cartílago se endurece.

Fractura de radio

Las fracturas de tallo verde también suelen darse en huesos largos en crecimiento, así como la fractura metafisaria, que cruza la porción superior o inferior del hueso sin afectar al cartílago de crecimiento. La Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos calcula que las fracturas de antebrazo son responsables de entre el 40 y el 50 por ciento de todas las roturas óseas de los niños y entre los huesos de las extremidades superiores, el que más se rompe es el radio, el más grande de los dos que forman el antebrazo.

Cómo se tratan y curan las fracturas

Normalmente, se toman imágenes de rayos X del área golpeada o fracturada para verificar si hay rotura, de qué tipo es y el grado de desplazamiento. Una vez determinada la clase de fractura se decide cómo actuar. El tratamiento depende de cómo sea la fractura, pero por lo general, el médico encajará los huesos con maniobras manuales para que vuelvan a estar en el lugar que les corresponde.

Una vez ubicados en la forma correcta, se inmoviliza el área fracturada, normalmente con una escayola, para que durante entre uno o dos meses se vaya soldando el hueso. El propio cuerpo se encargará de reparar la fractura mediante la fabricación de células nuevas y pequeños vasos sanguíneos que reconstruirán el hueso, cerrando el lugar de la fractura.

No obstante, puede haber ocasiones en las que se requiera cirugía, como cuando la fractura es abierta, en los casos en los que el hueso se fractura por más de dos partes, la fractura es inestable, hay desplazamiento de los fragmentos del hueso, el hueso ha empezado a soldarse en un ángulo incorrecto o el hueso roto es muy largo y hay que intervenir quirúrgicamente para insertar un clavo que ayude a sellarlo y, posteriormente, retirarlo.

Monopatín

Precauciones tras el sellado del hueso

Cuando el médico retire la escayola, se experimentarán sensaciones como las siguientes:

  • Sentir extraña el área afectada.
  • La piel de la zona está pálida, seca o con escamas.
  • El vello de la superficie que estuvo escayolada parece más oscuro.
  • La parte fracturada tiene apariencia de más pequeña por una posible pérdida muscular hasta la soldadura de la fractura.

Durante las primeras semanas e incluso meses, hay que tener precaución porque, aunque el área rota está ya curada, es más vulnerable a nuevas fracturas hasta que pase un tiempo. Por ello, no hay que realizar actividad física hasta que el médico lo autorice y, sobre todo, es importante tener cuidado en el día a día, evitando colgarse de barras de juegos en los parques, por ejemplo. Cualquier tipo de protección, como cascos, coderas, rodilleras, muñequeras, etc. también pueden amortiguar una nueva caída.

Normalmente, no se indica ningún tipo de terapia de rehabilitación, pero hay ocasiones en las que el médico puede aconsejar hacer algún ejercicio que ayude a fortalecer el área y a hacerla flexible. La alimentación también es un buen complemento para el fortalecimiento óseo, con una dieta con altos niveles de calcio y vitamina D, por ejemplo, a través de la ingesta de lácteos o verduras como el brócoli.

Los especialistas recomiendan una ingesta diaria de calcio de 200 miligramos durante el primer año de vida y de 400 unidades internacionales (UI) de vitamina D, aumentándose estas cantidades con la edad, hasta 700 mg de calcio y 600 UI de vitamina D entre 1 y 3 años y de 1.000 mg de calcio y 600 UI de vitamina D desde los 4 a los 8 años.