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Cómo cuidar el ombligo de tu bebé

El cordón umbilical es el nexo de unión del bebé con su madre mientras se encuentra en el útero. Se corta al poco de nacer y la cicatriz resultante es el ombligo.

Durante el embarazo, el bebé toma oxígeno y nutrientes a través del cordón umbilical. Transcurridos tres o cuatro minutos tras el parto, se corta y se pinza dejando un muñón que va cicatrizando hasta caerse.

Para que durante este proceso no surjan infecciones ni problemas en la delicada piel del recién nacido, es necesario aplicar unos cuidados básicos muy similares a los que hay que llevar a cabo para favorecer la cicatrización de cualquier herida abierta.

Agua y jabón son suficientes

De esta forma, basta con lavar la zona con agua y jabón y tener la precaución de secarla perfectamente después para favorecer la cicatrización del ombligo.

Aunque a lo largo de los años se han empleado soluciones antisépticas (clorhexidina, alcohol de 70º, sulfadiazina de plata…) o cremas antibióticas para evitar la proliferación de gérmenes y reducir el riesgo de infección en la zona del ombligo, lo cierto es que en los bebés sanos que se crían en entornos con suficientes medidas higiénicas, estas medidas no son necesarias, ya que se ha comprobado que la aplicación de estos productos retrasa la caída del resto de cordón umbilical y que interfiere en el proceso normal de cicatrización.

Por ello, los antisépticos y antibióticos únicamente quedan reservados para los casos en los que la situación del neonato sea especialmente comprometida o las medidas higiénicas en las que se desarrolla no sean las adecuadas.

cuidados del bebé

Pasos para curar el ombligo del bebé

  • Es necesario lavarse las manos con agua y jabón antes de curar el cordón umbilical del pequeño para evitar contaminar la herida con gérmenes que tengamos en las manos o debajo de las uñas.
  • Mezclar una pequeña cantidad de jabón neutro con agua tibia y lavar al bebé con cuidado de no arañar o presionar demasiado sobre la herida.
  • Secar la zona cuidadosamente pero de manera exhaustiva hasta que no quede rastro de humedad.
  • Aunque se usaron en su tiempo, actualmente no se recomiendan esparadrapos, apósitos u ombligueros para fajar a los bebés. Esto dificulta la cicatrización, daña la piel y puede resultar molesto para el pequeño.
  • Repetir esta operación en caso de que la zona se haya manchado o el pis del pequeño haya mojado la gasa.

Siguiendo esta rutina, lo normal es que el resto de cordón umbilical vaya encogiéndose y adquiriendo un color cada vez más oscuro hasta desprenderse por sí solo del ombligo del bebé.

En este tiempo se puede bañar al bebé con total normalidad.

Señales a las que hay que prestar atención

No es frecuente que la cicatrización del ombligo del bebé se complique. No obstante, hay que permanecer atento a ciertas señales tales como:

  • Enrojecimiento o hinchazón en la zona.
  • Sangrado en la base del resto del cordón umbilical. En ocasiones, puede producirse un pequeño sangrado tras la caída del cordón o por el roce del pañal. En estos casos, la cantidad de sangre es muy pequeña y cesa rápidamente. Si es más abundante o se prolonga en el tiempo, es cuando hay que preocuparse.
  • El cordón no ha caído después de 15 días.
  • Fiebre.
  • Hay secreciones sanguinolentas o amarillas con mal olor alrededor del ombligo del pequeño que incluso llegan a provocar que la gasa quede adherida a la piel.

La cicatrización del ombligo y la caída del cordón umbilical son procesos normales cuyos cuidados básicos se han simplificado mucho en los últimos años. Es sencillo seguirlos en casa, pero ante cualquier señal de alarma hay que acudir al pediatra para que prescriba la orientación o el tratamiento adecuado.